Fútbol tinto, entre Shakira y Sanxenxo, al estilo Barrantes

AROUSA

MARTINA MISER

Si usted, amigo, es capaz de apartar la vista por un instante de su móvil, le propongo uno de los entretenimientos más auténticos que se pueden encontrar en esta esquina del mundo

08 jun 2014 . Actualizado a las 19:43 h.

Si usted, amigo, es capaz de apartar la vista por un instante de su móvil, le propongo uno de los entretenimientos más auténticos que se pueden encontrar en esta esquina del mundo. Agarre una buena cunca de loza blanca, mejor de esas profundas que permiten trazar amplios movimientos, vierta en ella cierta cantidad de tinto de Barrantes y trate de que su denso lagrimeo vaya dejando, en círculos concéntricos y descendentes, esos trazos rosados conocidos como a rosa do viño. Alguno, me consta, lo intentó ayer, en la comida oficial que alimentó una fiesta, la del Tinto do Salnés, que con 42 años peina ya sus canas. Una cunca blanca, como la que cantó el pregonero, el actor Carlos Blanco, recordando a su padre, Manolo o das Motos. Su discurso, como el propio vino, fue ganando poderío a medida que se desarrollaba. Si la Roja es una selección, el suyo tiene que ser fútbol tinto. Caldo híbrido el de Barrantes, no apto ni para paladares europeos ni para tonterías. «Quen sabe dicir Shakira tamén sabe dicir Sanxenxo, pailanadas as xustas», proclamó Blanco, arrancando una ola de aplausos. Y puestos a recortar, «os salarios e as paparotas, non os servizos públicos que tanto costou poñer en pe». El último para Froilán, depositario, en su opinión, de la vis cómica que recorre la Familia Real.

De comidas y prodigios

Las razones de Carlos Blanco no fueron los únicos prodigios auspiciados por el vino. Los panes y tartas de Sheila Portela, las pinturas de Abel Barandela y pronto, también, la cocina de Pepe Solla, quien como nuevo valedor anunció un plato a base del espeso tinto de O Salnés. Brindaron con él Dolores Millán García, Remedios Álvarez, Alberto Chaves, Antonio Blanco y la gente de la agrupación cultural de Ribadumia. En el banquete oficial, tomado el pabellón por cerca de 700 comensales, menú a base de empanada, pulpo, carne ao caldeiro y fresas con tinto. Y como siempre se aprende algo, ahí queda esta lección: a las rondallas de Fisterra les va el el bullarengue entre el primer y el segundo plato.