18.000 personas siguieron en Fexdega la gala de Panorama

Serxio González Souto
SERXIO GONZÁLEZ VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

El público congregado en Fexdega volvió a responder a la llamada de Panorama, agitando constantemente sus banderolas al son del clásico himno panorámico.
El público congregado en Fexdega volvió a responder a la llamada de Panorama, agitando constantemente sus banderolas al son del clásico himno panorámico. martina miser < / span>fotos< / span>

El cartel más ambicioso de la gala cosechó un llenazo panorámico

04 may 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Pese a que los chuzos siguen cayendo de punta en materia económica, Panorama mantiene el tipo y su gancho intactos. La séptima gala contra el cáncer, la tercera consecutiva que se celebra en la capital arousana, rozó el llenó absoluto en la madrugada de ayer. No cayó el récord de veinte mil personas firmado en el 2013, pero el asunto se quedó muy cerca. Según la organización, 18.000 espectadores abarrotaron la explanada posterior del recinto de Fexdega para bailar, corear el himno panorámico y quedarse patidifusos ante la enormidad del montaje que los de Lito acostumbran a proponer a su público. No fueron los únicos. Aseguran quienes frecuentaban el backstage que más de una de las cuarenta figuras llamadas a compartir escenario con la orquesta -el cartel más ambicioso hasta la fecha- asistían con la boca abierta a un despliegue que se prolongó sin desmayo hasta las cuatro de la mañana.

Hay quien continúa rompiéndose la cabeza, intentando averiguar el secreto de los de Lito, la pócima de un poder de convocatoria que sitúa esta gala solidaria -a partir del primer euro de beneficio, todo será donado a la Asociación Española de Lucha Contra el Cáncer- en niveles de aceptación de concierto de estrella internacional. Todo se basa, en realidad, en un cuatro en uno irresistible para el personal aficionado a la radiofórmula y el consumo televisivo.

Unos medios técnicos de primera categoría sirven luces, sonido, efectos y rampas en todas direcciones. El escenario se llena de gente en movimiento, rodeada a diferentes alturas por verdaderos gimnastas que trazan piruetas y acrobacias de toda clase y condición. Trapecios, esferas, tamborileros en suspensión, cantantes que descienden de los cielos. Prácticamente cualquier cosa que uno pueda imaginar está ahí encima.

Espectáculo sin tregua

Hay también un concierto, claro. Inna, Carlos Baute (recibido al anochecer con aullidos por sus fans más jóvenes, a quienes recompensó con autógrafos y «bicos»-, Chino y Nacho, Cali y el Dandee, David Cibera o Antonio Orozco (el andaluz protagonizó, sin quitarse el anorak, un momento que habría hecho llorar como a un niño al alcalde de Lugo, cuando el público rugió un «Orozco, Orozco») arropados por la intrépida orquesta galaica. Añádase un toque de famoseo. Azúcar Moreno, en un terreno fronterizo entre el plató y lo musical, y sobre todo Kiko Rivera, el dj antes conocido como Paquirrín. Agítese con las coñas constantes de Lito Garrido y el conductor de la gala, Roberto Vilar (para el recuerdo, el instante en el que el Tonecho le espeta al cantante de Panorama: «¿Pero ti cres que Blas, o da París de Noia, fai estas tonterías?») y procúrese un ritmo trepidante, que no dé un solo respiro. Neutralizado para apartar la mirada de un escenario en el que no paran de suceder cosas, el espectador no podrá hacer mucho más que agitar la banderola, vocear «Panorama, oé» y derrumbarse en la cama, sofá o lo que sea, cuatro horas después, a las tantas, agotado, con el rostro deshecho de satisfacción, que cantaría Rosendo, y la sensación de haber empleado muy bien los 10 euros que ha pagado por su entrada.