No resulta nada nuevo afirmar que el principal margen de ganancia en el sector lácteo no se encuentra en el envasado y venta de la leche, sino en la elaboración y comercialización de sus derivados. Que son, precisamente, los que constituyen el nucleo central de la actividad que Larsa desarrolla en su planta de Vilagarcía.
El queso (especialmente el multipremiado tetilla) y los yogures son los emblemas de una marca que, pese a los sucesivos cambios de propiedad a la que se ha visto sometida desde 1988, no ha perdido su carácter gallego. Larsa no solo presume de trabajar exclusivamente con la leche que le proporcionan 1.300 ganaderos galaicos. No ha dudado, además, en acudir a los órganos de regulación comercial para defender este origen cuando, por ejemplo, Clesa pasó a anunciar sus yogures como los únicos «con certificación galega 100 %» tras ser reflotada por el grupo que lidera Feiraco.
Aunque su matriz, Corporación Alimentaria Peñasanta, no facilitará información oficial al respecto en tanto no se inaugure la remodelación en marcha, sí parece posible que las instalaciones de Os Martices enriquezcan sus elaborados con la incorporación de una línea de yogures de orientación ecológica. Tampoco habrá noticias, de momento, sobre la posibilidad de que la plantilla, formada por 87 personas, se refuerce.