Los cien pies que pisan más fuerte

Susana Luaña Louzao
Susana Luaña VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

CEDIDA

Llueva o nieve, un club de senderismo de Vilagarcía recorre Galicia y el norte de Portugal

19 ene 2014 . Actualizado a las 06:52 h.

Salvo que una conjunción planetaria lo impida, mientras hoy los lectores de la La Voz de Galicia ojean estas páginas, habrá medio centenar de personas, la mayoría de Vilagarcía pero también de otras zonas de la comarca, que disfruten de un recorrido a pie por los maravillosos parajes de la costa de Arteixo. Son los socios y amigos de Cen Pés, una asociación de senderistas que cada tres domingos se desplazan en autobús desde la capital arousana a cualquier punto de Galicia y del norte de España y Portugal para practicar una de las más sanas, baratas y gratificantes aficiones que ofrece la vida: el senderismo.

Cen Pés se creó en el año 2009, aunque se gestó mucho antes, cuando un grupo de amigos aficionados al noble arte de patear que no encontraban en la comarca dónde ni con quién desarrollar esta actividad, decidieron unirse para descubrir y recorrer los maravillosos senderos con los que Galicia dibuja su paisaje. Al principio iban en coches particulares, pero luego empezaron a alquilar un microbús que no tardó en convertirse en un autobús con capacidad para 55 personas que siempre va lleno. Cinco años después, han visitado las principales rutas del mapa gallego y han ido unas cuantas veces al norte de Portugal, a Asturias, Castilla-León y Cantabria. En su mochila viajera y en su memoria llevan los planos de las 60 rutas y los más de 700 kilómetros recorridos.

Los vigilantes de los caminos hoy en día son Paco Domínguez, Manolo Martínez, José Manuel Arnoso, Pepe Gago y Jesús Leis, que son los que buscan la ruta más adecuada y la recorren antes de llevar al grupo, para asegurarse de que está en buen estado y bien señalizada. No siempre es fácil, porque que nadie piense que a estos cien pies les gusta solo caminar. También les gusta comer y hacerlo en buena compañía, y por supuesto, una mañana de caminata por mar, río o montaña, abren mucho el apetito. «Y buscar un restaurante donde den de comer a cincuenta personas no es fácil», subraya Paco. Eso, y asegurarse de que la ruta cumple con lo que busca el club: entre doce y quince kilómetros de dificultad media o fácil, bien señalizada y hasta donde pueda llegar el autobús que lleva al grupo.

Localizado el objetivo, para lo que el club se vale de Internet o de guías de senderismo, lo demás es sencillo: basta con echarse a andar. «Con un buen calzado y un bastón llega -asegura Paco-. Tampoco hay que llevar tanto equipamiento». La prueba es que la edad no es impedimento para sumar dos pies a la comitiva; aunque la mayoría de los senderistas son de mediana edad, el mayor tiene 77 años. Eso no quiere decir que se trate de un grupo de carrozas, porque también hay jóvenes que rondan los 25. En definitiva, «basta con tener movilidad».

Y por supuesto, ganas de andar y mucha marcha en el cuerpo. Los viajes en autobús suelen amenizarse con karaoke y cuando se sale un fin de semana entero no faltan las juergas nocturnas en albergues y hoteles, que hay otras muchas formas de mover el esqueleto al margen de subir y bajar montañas.

Se hacen amigos al andar. Por eso las actividades del club incluyen dos xuntanzas anuales en las que la barra de cacao se sustituye por carmín y las botas de training por zapatos de tacón. Y cuando llega la Navidad, la ruta incluye la colocación de un belén en el monte; San José, La Virgen y el Niño ya recorrieron Lobeira, Xiabre o Armenteira, y este año montaron el Nacimiento en A Illa, junto al Cristo.

Inclemencias

No les asusta el mal tiempo. Las salidas se hacen cada tres domingos llueva, ventee o nieve. «No podemos anularlas, porque el restaurante está contratado. Solo la suspendimos una vez que había alerta naranja y era por el río y no se podía caminar», recuerda Paco.

También hacen salidas de fin de semana. La próxima será a Arribes del Duero, un paraje a medio camino entre España y Portugal que en mayo se sumará al álbum familiar. Porque como admite Manolo Martínez, «hemos estado en lugares maravillosos que si no vas caminando no los recorres nunca». Y ya se sabe: Quien bien anda, bien acaba.