El Festival do Norte, consérvese en frío

AROUSA

MONICA IRAGO

19 may 2013 . Actualizado a las 06:51 h.

Al Festival do Norte le sobran buenas intenciones. Ya lo proclaman sus camisetas oficiales en las que reza el eslogan El verano llega de la mano del FDN. Música, sol y amigos. Pero en la jornada inaugural el sol no llegó. La climatología jugó, un año más en contra del festival arousano y los primeros acordes de esta edición arrancaron entre chaparrones y un hiriente viento del norte. El hecho de que la jornada inaugural del festival coincidiera en festivo se notó en la afluencias de personal a los primeros conciertos. A eso de la siete de la tarde la carpa del segundo escenario estaba ya a rebosar. En torno a tres mil personas se desperezaron con el directo de Tórtel para dejarse caer de nuevo en la laxitud con la propuesta de Jane Joyd. La coruñesa encaja mejor en teatros o pequeñas salas que ante un público ávido de brincar e izar la mano que le deja libre la cerveza. Sr. Chinarro cerró ese escenario con similares dosis de buen humor, pena y gloria.

El salto a la gran carpa lo protagonizaron Guadalupe Plata, quienes evidenciaron que el formato más clásico del rock and roll -guitarra, bajo y batería- no pierde ni vigencia ni contundencia cuando es utilizado con la maestría e intensidad que pone en escena este trío.The Primitives era una incógnita -no es la primera vez que legendarios nombres del pop han llegado al festival para mal cubrir el expediente- pero resolvieron con solvencia. El oficio era incuestionable. Como el de La Habitación Roja, más eléctricos y redondos que nunca tirando sin concesiones de su resultón repertorio. Con la noche ya cerrada y más de 5.000 personas bajo la carpa asomó Xoel López al escenario. Los suyos son conciertos de idas y venidas. Y el FDN no fue una excepción. Con momentos destellantes y otros de desidia catequística. Y en esto llegó Triángulo. La apisonadora sónica de los de Boiro no dejó títere con cabeza. Desde luego nadie puede cuestionar que han conseguido un empaste como banda que suena a grande. Otra cosa es su capacidad de emocionar. Las primeras filas enloquecieron mientras en la zona vip se renegaba de esa imposible fusión entre Aerolíneas Federales y My Bloody Valentine. Dorian le devolvió a la noche ese punto lúdico y festivo que tanto se agradece para cerrar los conciertos de la primera jornada del festival. Llegó el turno después de la sesiones de Miqui Puig y Faber que este cronista no puede relatar porque sus obligaciones mañaneras imponían prudencia en la retirada.

Y esas obligaciones pasaban por abrir, desde la cabina de La Duendeneta, la sesión vermú que el Festival do Norte estrenó este año. De nuevo la climatología se conjuró en contra y lo que se planteaba como una romería campestre en los jardines del recinto ferial tuvo que reconvertirse y trasladarse al vestíbulo del pabellón. La respuesta del público fue más que notable. La combinación festival de puertas abiertas, música, caña mañanera y paella funcionó. Familias con niños, rezagados de la noche anterior, muchos festivaleros y curiosos varios convivieron en un ambiente distendido. Un concierto acústico de Tórtel y las sesiones de quien suscribe, Rober Bodegas y Alberto Casado prolongaron la matiné hasta pasadas las tres y media, cuando ya los trabajadores de seguridad del festival acudían al recinto. A las cuatro se habían las puertas de la segunda jornada. Pero eso será ya objeto de otra crónica.