Las aguas de O Grove como terapia para focas

AROUSA

14 mar 2012 . Actualizado a las 15:34 h.

Conviene comenzar siempre por el principio. Y esta historia se inicia, probablemente, allá por septiembre, quizás octubre, en algún lugar de la costa de Irlanda. Allí nació nuestro protagonista, un tipo con suerte como se pudo comprobar después, y que supo esquivar desde la más tierna edad los peligros que aguardan a su especie. Burla, burlando, fue creciendo y cuando el instinto se lo pidió y su madre decidió que menos mamar y más pescar, creyó que era el momento de pasar lo más crudo del invierno en otras aguas, y partió hacia la aventura, seguramente acompañado de varios de sus congéneres. Inició, pues, el primero de sus viajes que acabó de una manera un tanto accidentada. El problema fue que la joven foca se despistó y acabó varada en Corme. Concretamente en Punta Nariga. Por allí andaban los percebeiros a lo suyo. La vieron de madrugada y cuando salió el sol todavía seguía allí. Fue el otro momento de suerte para «Nariga», que así fue bautizado a pesar de ser un macho. Había bajado la marea y ya no podía regresar al mar, así que se puso en marcha todo el dispositivo de rescate. Hasta allí se desplazó una unidad móvil del CEMMA, que contó con el apoyo de efectivos de la Policía Local de Protección Civil e incluso de miembros de la Sociedad Galega de Historia Natural

El traslado a la UCI

No estaba «Nariga» en las mejores condiciones. Deshidratado y sin fuerzas, no había muchas esperanzas entre el equipo de rescatadores de que superara el trance. Pero además de suerte, quedó claro que «Nariga» tenía arrestos y ya una vez instalado en la UCI del Museo da Natureza superó la primera noche con éxito. A partir de entonces, fue ganando fuerzas, curando una luxación de la aleta pectoral y cogiendo peso.

La llegada a O Grove

Llegaba el momento de afrontar el segundo tramo de la rehabilitación. Para ello, el escenario elegido es inmejorable: el acuario de O Grove. A las instalaciones de Punta Moreiras llegó «Nariga» el pasado domingo. Tras posar con total naturalidad para los medios de comunicación comenzó su particular cura de balneario. «Nariga» está disfrutando de todos los cuidados del equipo de grandes profesionales que allí trabajan. Dos veces al día come, pero, de momento, el menú no es muy variado: un par de kilogramos de caballa congelada de cada vez. Parece mucho, pero es que debe pasar de los 21 kilogramos de ahora hasta los 28 o 30, que sería su peso ideal. Lo normal es que para la semana que viene ya pueda empezar a disfrutar de algún animal vivo (sargos o anguilas) para que, de paso, vuelva a practicar las artes de la pesca.

Destino probable: Gran Sol

Y si todo va según lo previsto, «Nariga» todavía afrontará una aventura más: será embarcado en un pesquero que lo devolverá al mar en aguas del Gran Sol.