El autor entrevistó al matrimonio que cuidó del cementerio inglés
25 oct 2011 . Actualizado a las 06:00 h.La editorial La esfera de los libros acaba de publicar, coincidiendo con la proximidad del día de Difuntos, el libro De cuerpo presente, en el que el escritor Jesús Pozo (Almería, 1961) entrevista a trece sepultureros españoles, entre ellos, el matrimonio que a lo largo de su vida se encargó del cuidado del Cementerio Naval Británico de Rubiáns, en el que están enterrados 172 oficiales de la Armada inglesa.
-¿Cómo surgió la idea del libro?
-Bueno, tengo que decir que la idea fue de la editorial, me llamaron porque yo tengo experiencia en el sector funerario, ya que dirijo desde hace quince años la revista Adiós, la única que hay sobre la muerte en España. La editorial fue atrevida, porque hay que tener cierto coraje para hablar de este tema. Yo lo que hice fue documentarme, me puse en contacto con sepultureros de toda España y elegí los que me parecían más interesantes.
-Entre ellos, tres gallegos.
-Sí, aparte del matrimonio que cuidaba del cementerio de Rubiáns, incluyo al de San Froilán en Lugo, que es un cementerio muy especial, porque el sepulturero se empeñó en que haya poesías alrededor de las tumbas, e incluso tiene rutas guiadas. También es muy especial Casimiro, que se ocupa de veinte cementerios en la Costa da Morte, y es el único que trabaja como autónomo. En general, los sepultureros gallegos son muy especiales.
-¿Y por qué se interesó por el cementerio inglés?
-Pues fue a través de La Voz de Galicia, donde leí que el Gobierno británico le había concedido al matrimonio una medalla, la única que otorgaron a alguien fuera de Inglaterra, y fue en reconocimiento por los servicios hechos, por haberse encargado del cuidado del cementerio en el que se enterró a las víctimas del Serpent, el navío que naufragó en 1890 y del que solo se salvaron tres personas.
-¿Y qué le contaron Ramón y Emérita, los cuidadores?
-Pues lo más curioso es que ellos no llegaron a enterrar a nadie allí, porque lo que hacían era cuidar el cementerio en el que estaban enterrados los oficiales. El padre de Ramón Rebolo sí enterró a tres ingleses más posteriormente, entre ellos un cónsul. Pero echaban de menos ese trabajo, porque fueron cincuenta años de su vida. Ahora están jubilados y las llaves las tiene el Concello.
-¿Qué lleva a un periodista a aficionarse por los asuntos funerarios?
-No es una afición, es el trabajo que me salió, pero es un trabajo digno y procuro hacerlo lo mejor que puedo. Eso fue lo que me permitió ser uno de los periodistas de este país que más sabe sobre la muerte, me he especializado en eso.
-Los sepultureros son reacios a hablar de su trabajo.
-Porque en los medios de comunicación no se les trató muy bien. Siempre se les trata como la persona que se ocupa del muerto en el último momento, sin ir más allá, y hay muchas otras cosas, los favores que solicitan los familiares, el día a día de sus hijos en los alrededores de los camposantos... De todo ello va el libro.