«Me gustaría volver para ver cómo va todo lo que dejé»

La Voz

AROUSA

23 oct 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

José Luis Peso se emociona sobre todo cuando habla de los niños de los orfanatos.

-Se han llevado tantas decepciones que no se creen nada. Cuando les llevamos las camas no se creían que fueran para ellos, pensaban que era solo para hacerse la foto. Todos los fines de semana hacemos una merienda con dinero que manda un socio del Club de Leones de Vilagarcía, y son encantadores, les coges un cariño... a mí me hacen llorar continuamente. Cuando celebramos la merienda los fines de semana se arreglan, se ponen la ropa nueva y las niñas, lazos en el pelo. Llegamos y nos cantan canciones en español, porque tienen una capacidad increíble para aprender idiomas. Son muy agradecidos. Hemos comprado un generador que da luz tres horas al día, y urinarios, que no tenían. Poco a poco vamos mejorando las condiciones, aunque sigue siendo muy duro.

-¿Y han superado psicológicamente la tragedia?

-No, si te fijas bien tienen una profunda tristeza en los ojos, eso es lo que más me conmueve. Aunque les lleves juguetes y juegues con ellos, no se les borra. Pero es que además no cuentan nada, se encierran en sí mismos, se esconden y se tapan, no quieren hablar, quieren olvidar. El caso más terrible es el de un chico que está con nosotros y que estuvo cinco días enterrado bajo los escombros de su casa con toda su familia muerta. Eso no se olvida.

-Tenían en proyecto construir escuelas, también.

-Sí, nos van a remitir 6.800 euros para una que vamos a construir ahora, y la intención es hacer cinco más, pero es un proyecto más ambicioso que ya no me va a coger a mí aquí.

-El 15 de diciembre termina la misión ¿Tiene ganas de volver a casa?

-Sí, pero por la familia, que me echa mucho de menos, y yo a ellos también. Pero son sentimientos encontrados. Por una parte quiero recuperar mi vida, pero esto te marca, empiezas a valorar lo que tienes y te das cuenta de que te rodeas de cosas inútiles que te tienen atrapado. En Haití pasé muchas veces cuatro días sin Internet, sin móvil y sin luz, y no pasa nada. Quiero irme a casa, pero también quiero volver para ver cómo va todo lo que dejé.