La experiencia funciona ya en países como Francia y en varias ciudades españolas y gallegas. En realidad, se trata de activar y dar forma a las redes sociales informales que siempre han funcionado como respaldo mutuo y son especialmente intensas en los pequeños núcleos de población. Hay, eso sí, una constante que trasciende fronteras: la baja participación de los hombres en este tipo de iniciativas. Así que el mensaje de Mestura es claro: menos taberna y menos fútbol, y mayor cooperación.