A Illa se coloca a la vanguardia de los proyectos de recuperación de embarcaciones tradicionales

La Voz

AROUSA

10 may 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Hubo un tiempo en el que la botadura de un barco era un motivo de fiesta para todo un pueblo. Ayer, A Illa revivió por unas horas aquellas buenas épocas. Fue durante la botadura de la dorna de tope Lavanqueira, que salió al mar desde los astilleros de Mougán, en la playa de Riazón.

En la fiesta no faltó nada de lo que debe haber. Ni siquiera la botella hecha añicos contra el cascarón de madera. Ni tampoco el sonido de las gaitas, que llenó el ambiente gracias al esfuerzo de la asociación hermana Dorna. Tampoco faltó nadie: hubo representantes del Concello y de la Diputación. Pero los políticos no eran, en absoluto, los protagonistas de la jornada. Ese puesto estaba reservado a los carpinteros de ribeira que al lado sur de la ría se empeñan en mantener viva una tradición que conjuga madera y mar. Mougán -el anfitrión- y Garrido -el visitante de O Grove- disfrutaron de un día señalado para todos los amantes de las embarcaciones tradicionales. El día en que una nueva dorna de tope salía al mar.

Mónica Leiro, de la asociación Fasquía, sintetiza la importancia de ese momento, asegurando que «a dorna de tope és un animal mariño en perigo de extinción». Por esa razón, la Federación Galega pola Cultura Marítima e Fluvial decidió convertir a esa embarcación en objeto de un programa de resurrección. Elaboró unos planos tipo de esta nave y los dejó en manos de las asociaciones de aficionados. La asociación Dorna, también de A Illa, fue la primera en sacar al mar una de esas embarcaciones. La llamaron Peza de Rabo.

La segunda dorna de tope que nace de este programa nace también en el corazón de A Arousa. La asociación Fasquía hizo números -muchos números- para lograr reunir los 24.000 euros que costaba hacer realidad el dibujo que estaba sobre el papel. Recibieron ayudas, «pero aínda así, para unha asociación coma a nosa, foi un esforzo moi grande xuntar o que faltaba», cuenta Mónica Leiro. De hecho, «outras asociacións interesadas neste proxecto deixárono un pouco de lado polos problemas de financiación».

Así que el renacimiento de las dornas de tope es, por el momento, cosa de isleños. Poco importaba ayer eso en el astillero de Mougán. Porque allí, los amantes de las embarcaciones tradicionales, no pensaban en fronteras ni en récords. Lo único importante es que un barco en peligro de extinción vuelve a tener por delante una larga vida.