Vilanova renuncia a la prevención de drogas para ahorrarse 3.000 euros

AROUSA

Dos centros escolares siguen participando en los programas gracias a que Ravella asume directamente los gastos

18 ago 2007 . Actualizado a las 02:00 h.

vilagarcía | Muy mal debe de andar la economía municipal de Vilanova cuando el ahorro de 3.000 raquíticos euros anuales (medio millón de las antiguas pesetas, equivalentes al salario de mes y medio del concejal liberado Javier Tourís) es argumento suficiente para prescindir del servicio de prevención y atención al drogodependiente. Sin embargo, esta es la única razón esgrimida por el Concello vilanovés a la hora de anular su convenio de colaboración con el SPAD de Vilagarcía, el mejor punto de atención, junto al de O Grove, que pueda encontrarse en la comarca de O Salnés con respecto a la dependencia de sustancias psicotrópicas.

Vilanova, cuna de episodios paradigmáticos de sumisión de jóvenes a la heroína durante los frenéticos años ochenta, escenario de documentales laureados sobre el tema, como Marea blanca, campo de maniobras de las más conocidas sagas del narcotráfico gallego, renunció paradójicamente a los servicios del SPAD hace cuatro años. Desde el 2003, el Concello que gobierna el popular Gonzalo Durán no participa de un convenio del que, aun así, se benefician varios de sus vecinos.

Aunque la información al respecto es confidencial, y por lo tanto no disponible para su publicación, fuentes del servicio vilagarciano sí confirman que desde las instalaciones de la calle Gumersindo Nartallo se ofrece tratamiento a varios usuarios que proceden de Vilanova.

No es el único ejemplo de colaboración que Vilagarcía presta al ayuntamiento vecino aunque éste en nada contribuya a su financiación. Así, dos centros escolares vilanoveses continúan desarrollando los programas preventivos del SPAD a pesar del veto de su propia Administración local.

Tanto el colegio de San Miguel como el instituto de A Basella solicitaron al servicio de Vilagarcía ser incluidos en los seminarios de prevención. Sus direcciones estaban dispuestas a asumir el coste de los programas con sus propios recursos. El gobierno vilagarciano aceptó, pero se hizo cargo de los gastos considerando que no sería correcto que las escuelas soportasen esta clase de inversiones.