AREOSO | O |

22 feb 2006 . Actualizado a las 06:00 h.

DICEN LOS comerciantes cambadeses que los sorteos no son efectivos a la hora de incrementar las ventas. En mi opinión, tienen razón. Uno puede elegir la revista de moda en función de si prefiere unos guantes o un bolso de regalo. Puede decantarse por determinada marca de detergente porque trae el suavizante gratis. Pero uno no escoge, desde mi punto de vista, el comercio en el que compra porque pueda tocarle un vale de regalo o un viaje al Caribe. En esta época en la que tanto el dinero como el tiempo escasea, el consumidor medio busca algo más que la oportunidad de recibir algo a cambio de su compra. Primero mira los precios, porque desde que llegó el euro parece que los sueldos han menguado notablemente. Y después comprueba que los horarios de los establecimientos se adecúan a lo que le marca su jornada laboral, que a pesar de eso de la conciliación lo cierto es que a muchos les resulta imposible salir del trabajo antes de que en todos los establecimientos aparezca el cartel de cerrado. Y aquí radica parte del éxito de las grandes superficies. Se puede ir a hacer recados a las tres de la tarde o a las diez de la noche, horas en las que más o menos todos han acabado su jornada laboral. Porque díganme ¿cuántos de ustedes pueden hacer la compra a las cinco, seis o siete de la tarde? Pues un grupo de privilegiados que tenga jornada de mañana. El resto, tenemos que conformarnos con hacer escapaditas o con recurrir a los fines de semana. Entonces, como revela el estudio de la fundación comarcal, nos desplazamos a las grandes ciudades, simplemente, porque la oferta es mayor, no porque sus promociones sorteen más cantidad de dinero que las del comercio local. Claro que, como cliente, no viene mal que de vez en cuando se acuerden de ti y decidan, como comerciantes, agasajarte de alguna forma. Ya sea con un vale regalo o con un viaje al Caribe.