Un lugar que da miedo

AROUSA

AREOSO | O |

16 dic 2005 . Actualizado a las 06:00 h.

CUANDO esta servidora asistía a clases en el instituto había un anécdota que contaban todos los alumnos de tercero, los que tenían la suerte de participar en una excursión de fin de curso a Canarias. Si por las calles de Tenerife alguien te ofrecía droga, no tenías más que decirle que eras de Cambados. El vendedor se convertía así en comprador y te preguntaba si no habrías traído unos gramitos, que la gallega era de mayor calidad y mucho más barata que la que llegaba a las islas. Una década después la situación sigue siendo similar. Puede que alguien haya oído hablar de esta comarca por sus vinos, por sus mariscos o por sus paisajes, pero seguro que todos saben que desde aquí operan los principales clanes de narcotráfico. Es más, en las calles de Cambados y Vilagarcía se siguen encontrando turistas que buscan más algo que llevarse a la nariz, que a la boca. Y en los montes y descampados continúan apareciendo -últimamente con demasiada frecuencia- cadáveres de aquellos que no supieron cumplir su parte del trato. Dicen en la fundación contra el narcotráfico que la culpa, en parte, es de la sociedad. De unas personas que cada vez más toleran el enriquecimiento ilegal de sus vecinos y no dudan en abarrotar negocios que se dedican al blanqueo de dinero cuando cuelgan el cartel de saldos. Puede que sea cierto. Todos sabemos con cierta certeza a qué se dedica el de al lado, pero todos sabemos también que no es asunto nuestro. Hace unas semanas alguien vio como daban una paliza al que poco tiempo después apareció quemado en un molino abandonado. Dirán que pudo ser egoísta, pero prefirió pasar de largo y mirar hacia otro lado. Tenía miedo. Y eso es realmente lo preocupante. Que un día nos despertemos y sintamos pánico a salir a la calle, a vivir en esta comarca en la que nos ha tocado.