A vueltas con los fumadores

AROUSA

AREOSO | O |

07 oct 2005 . Actualizado a las 07:00 h.

DICEN LOS entendidos que se nos va a acabar ese placer de llegar a un bar, pedir un cafecito y encender un cigarro. Que la nueva ley aprobada por el gobierno no sólo prohibirá el tabaco en los bares, sino también impedirá que en los lugares de trabajo se habiliten salas de «apestados», que es como le llamamos aquí a ese sitio en el que los nos hacinamos los que todavía le damos a la nicotina. Pues bien, yo no estoy de acuerdo. Es más, la normativa me parece de una incongruencia tal que estoy segura de que muchos no fumadores apoyarán mi reivindicación. Me explico. Resulta que no es que se vaya a prohibir fumar en los bares, sino que en aquellos de menos de cien metros cuadrados será el propietario del local el que decida si se puede o no consumir tabaco. Vamos, que teniendo en cuenta que la mayoría de los establecimientos de por aquí son, como nuestras fincas, minifundistas, lo de colgar el cartelito de prohibido fumar se deja a libre albedrío. Y sabiendo que el empresario se arriesga a perder clientes con la medida, a ver quién es el listo que no deja que el humo del tabaco invada su local. En cambio, la ley se muestra más rigurosa con los centros de trabajo. Las salas de apestados desaparecerán condenando a los fumadores a pasar frío para dar unas caladitas -además de que en muchos trabajos (públicos sobre todo) a la hora del café se le sumará la del pitillo y a ver quién curra-. Y digo yo ¿ por qué? Si son el único lugar en que los fumadores no molestamos a nadie. Vamos, que al final, el sufrido no fumador tendrá que seguir soportando el humo de sus vecinos de mesa en todos los pubs y bares de la comarca. Eso sí, seguirá respirando aire puro en su lugar de trabajo a cambio de tener que aguantar las tareas de su compañero, que estará fuera, fumando y cogiendo un resfriado que le llevará a pedir la baja.