El hombre «presiona» al fuel

Abdón Dorca RIBEIRA

AROUSA

24 ene 2003 . Actualizado a las 06:00 h.

Parece que al fuel le ha llegado la hora de cerrar el chiringito en Barbanza. Ruin turista de invierno en las costas de Ribeira y O Son, primero fue desalojado de la arena de sus playas -millares de guantes con la palabra «solidaridad» tatuada en el código de barras se ocuparon de ello-. Ahora, toca el turno de echarlo de las piedras. La fórmula: presión... muchísima presión. Desde el lunes, una cuadrilla de operarios de la empresa Fomento de Construcciones y Contratas (FCC) se dedican a limpiar con agua a presión las rocas petroleadas del litoral barbanzano. La zona elegida para iniciar la faena ha sido un roquedal cercano a la playa de Espiñeirido y, aunque los protagonistas lo ignoren, ni a propósito podrían haber escogido un lugar mejor. Incluso se podría decir que allí se incubó la tragedia, en lo que a Barbanza respecta. Hace poco más de dos meses, los primeros atisbos de la cacareada marea negra fueron a parar a esas peñas, ni más ni menos. Con la mala suerte de que, justo debajo de ellas, estaban colocadas las tomas de agua de una piscifactoría cercana. Consecuencia, 30.000 rodaballos sacrificados.Ahora, las rocas recobran poco a poco su color, y para ello se les están aplicando unas presiones que oscilan entre los setenta y los cien bares, según el grosor del fuel que las cubre. Para hacerse una idea de lo que esto supone, conviene aportar un dato: una manguera de riego convencional, de las del jardín de casa, genera una presión de aproximadamente cuatro bares... Saquen la cuenta. Día y noche El horario de trabajo de los operarios depende de las mareas, igual que el de los voluntarios que se afanan en las playas, pero de lo que no depende es de la luz del sol. Ayer, sin ir más lejos, seis hombres se pusieron manos a la manguera a eso de las ocho de la mañana. Otros seis de sus compañeros -la faena se hace por turnos- rematarían la jornada doce horas más tarde. ¿Cómo puede tener lugar este luminoso milagro? Muy sencillo, con una torreta de iluminación de 4.000 vatios de potencia.Pero el fenomenal despliegue de medios va más allá de la luminotecnia: las mangueras están enganchadas a seis máquinas hidrolimpiadoras; un camión cisterna recibe el fuel diluido para arrojarlo después a los sucesivos contenedores; distintos habitáculos instalados en la zona ofrecen diversas funciones: uno sirve de almacén, otro de comedor... Entre tales habitáculos, el más interesante es lo que su rótulo rubrica como «cámara de limpieza». Al final del trabajo, cada hombre debe meterse en él sin dilación para lavar su mascarilla, guantes, botas y gafas con gasóleo, agua y detergente. Y es que lo que es reciclable, se recicla. En cuanto al traje usado, se arroja directamente al cubo de la basura.Además de los seis operarios que manejan las mangueras, otros dos individuos se ocupan de aspirar el fuel limpiado. Es esencial que el crudo que se mezcla con el agua a presión no fluya al mar -y de allí sabe dios a qué latitudes-. Por eso, cada pequeña rendija, que podría aprovechar el chapapote para colarse e iniciar así una nueva travesía acuática, es sellada previamente con arena o láminas de polietileno.Todo este operativo es novedoso en la península barbanzana, pero no en otras costas de Galicia. Por ejemplo, en el Parque Nacional Illas Atlánticas se han efectuado ya diversas pruebas para quitar con agua salada a presión el negro de los roquedales. Concretamente, fueron la islas de Sálvora -situada en la boca de la ría arousana- y Monteagudo -al norte de las Cíes- las que fueron objeto de las primeras experiencias. Al decir de los expertos, los resultados fueron bastante satisfactorios.Sin embargo, en el caso que ocupa al litoral de Espiñeirido, hay una diferencia sutil con respecto a los ensayos isleños. El agua que brota de las mangueras... es dulce. Como en el «Erika» El sistema utilizado en el pedregal sonense -desde reciclar parte del material hasta rociar las rocas con agua dulce- es similar al que se empleó en Francia cuando tuvo lugar el hundimiento del Erika . No en vano, la empresa que entonces acometió esta tarea forma parte del grupo Vivendi, lo mismo que FCC. De cumplirse con las previsiones, a mediados de la semana entrante finalizarán los trabajos de limpieza en Espiñeirido. Después, la profusión de camiones, habitáculos, furgonetas y máquinas hidrolimpiadoras avanzarán hacia los roquedales más próximos.Entre éstos, hay uno que va a ser una buena piedra de toque para averiguar la eficacia del despliegue: el que se extiende entre el faro de Corrubedo y la playa de O Prado. Allí los militares no dieron abasto con tanto fuel. Aún hoy el chapapote sigue dejando una huella imborrable.Otra duda suscitada es de corte biológico, más que estético: el impacto del agua dulce a presión sobre los organismos que viven en sustratos rocosos. El tiempo lo dirá.