La pasada temporada fue un desastre en Sar. El consejo de administración entendió que era el momento de buscar un impulso en la competición europea y arrancó con el presupuesto más alto de la historia, cuatro millones. Pero ese es un umbral que no te saca de pobre en la ACB. Y al final el equipo descendió, por una canasta. Todo salió torcido.
Pero es una temporada para tomar nota y corregir. De los últimos catorce años, el cuadro técnico tuvo el apoyo incondicional del club durante doce. En el decimotercero empezaron las fisuras y el decimocuarto fue un sindiós acentuado por la falta de un director general que pusiese orden.
El primer fichaje del Obradoiro para este curso fue, precisamente, el de un director, Héctor Galán, buen conocedor de la categoría. Conoce el cargo y las cargas. No hay una fórmula del éxito garantizada, pero mirando hacia atrás, en Sar o en cualquier otro club, cuando cada uno se centra en su parcela las cosas suelen salir mejor. Y cuando los satélites orbitan dónde no les corresponde, las cosas suelen salir peor.
No va a ser una temporada fácil. Todos los jugadores que conocen la categoría saben que habrá rachas complicadas y apelan a la tranquilidad y la confianza como mejor receta para afrontarlas. El dinero no garantiza el éxito y no hay más que ver los ejemplos del Estudiantes o del Burgos, a los que se les está resistiendo el ascenso.
Ni es fácil ni es imposible. El propio Obradoiro sabe también lo que es volver a la ACB al primer intento, y ojalá se repita la historia.
Pero lo que sí está en manos del club es aprovechar el camino para asentar y fortalecer los pilares. Tener 3.600 abonados es un muy buen dato. Y, por la historia reciente, debería entender que los resultados del primer equipo son importantes, pero más lo es la identidad y el respaldo. Sobre todo si esos resultados deportivos no acompañan.
Los seguidores que acuden a Sar cada jornada lo que quieren es ver ganar al Obradoiro, esté quien esté en el banquillo. Y lo han demostrado con creces, anteponiendo el reconocimiento a los reproches. Ahora es Gonzalo Rodríguez el entrenador. Toca cerrar filas, con él y con el equipo.