Álex Suárez: «La cara bonita se ve más, la de las frustraciones no llega igual»

ANDAR MIUDIÑO

Sandra Alonso

El ala pívot del Obradoiro resalta que en Sar ha encontrado «tranquilidad y felicidad»

10 feb 2023 . Actualizado a las 14:27 h.

Álex Suárez (Mahón, 1993) es uno de los capitanes del Monbus Obradoiro. Conoce la cara dulce del baloncesto, pero también el lado escarpado. En Santiago está disfrutando del deporte que más le gusta.

—¿Cómo prendió en usted la mecha del baloncesto?

—El novio de mi hermana Carol me regaló una pelota y una canasta. Ahí comencé a jugar un poco. Después empecé a practicar fútbol, baloncesto, ajedrez. Hubo un momento en el que no podía llegar a todos los deportes, mis padres me dijeron que tenía que elegir uno y donde mejor me lo pasaba era en el baloncesto.

—¿Tardó mucho en dar el salto a la cantera del Joventut?

—En cadete de segundo año me fui a Mallorca, en mi primer año fuera de casa, a un centro de tecnificación. Y de allí directamente a Badalona, en júnior de primero.

—¿Qué tiene de especial la base de la Penya, la que más produce y de manera más continuada?

—Hay muy buenos entrenadores. Y recuerdo que con mi compañero de piso, Jonas Caaven, finlandés, muchas veces nos quedábamos en las pistas auxiliares después de entrenar. Ver a los niños de 6 y 7 años con una técnica individual tremenda me encantaba

—Y con 22 años el Real Madrid.

—Recuerdo mi último año en Badalona con mucho cariño. Aquel equipo era tremendo, y los resultados acompañaron. Jugamos semifinales de la Copa del Rey contra el Real Madrid en Gran Canaria y llegamos a los play off. Me llegó esa llamada. Siempre me ha gustado mucho el Real Madrid y no lo podía dejar pasar.

—A partir de ahí, sin embargo, la gráfica de su trayectoria cambia.

—Son decisiones. Si fue buena o mala, no lo sabes. Era lo que sentía en ese momento. Estoy muy contento con mi trayectoria.

—Iba por el lado de que también le tocó vivir una parte más ingrata, y no es fácil.

—La cara bonita es la que se ve más, la que le llega a la gente. Y somos personas. La parte de las frustraciones no llega igual. Y a casi todo el mundo le toca pasar también por esto. Cuando las cosas salen, es fruto del sacrificio y el trabajo diario.

—De hecho, tuvo que dar un giro que no fue fácil.

—No voy a decir que no disfrutaba con el baloncesto, pero eran momentos complicados mentalmente. No te salían las cosas, los resultados no acompañaban... Estaba en Zaragoza y me llegó la opción de ir a Portugal. Me pareció que necesitaba un cambio de aires, salir del foco y sentirme como cuando jugaba en LEB Plata. Guardo muy buenos recuerdos de esa experiencia, con Arturo Álvarez como entrenador. Lo pasé muy bien. Me dio esa confianza para hacer cosas diferentes.

—¿Fue difícil resetear?

—Tenía muy claro que necesitaba un cambio de aires. También había alguna oferta para ir a Alemania e Italia. Portugal estaba más cerca, era un proyecto atractivo y no me costó decidirme.

—Y ahora su tercer año en Sar.

¿Es su reencuentro con la continuidad?

—Me recibieron con los brazos abiertos, desde el primer día me sentí como en casa. Justo cuando llegué estaba Pepe Pozas, muy amigo mío. Me ayudó a estar como en casa. Estoy muy cómodo en Santiago con la gente, con el club, con los jugadores. Intento aportar mi granito de arena.

—¿Qué le está dando el Obra?

—Felicidad, tranquilidad. Estar contento en el día a día me hace feliz.

—¿La clave de bóveda de este Obradoiro está en la defensa?

—Estamos remando todos en una dirección con una defensa muy sólida, y eso es lo que nos permite hacer buenos ataques. A veces no salen las cosas, pero si la defensa está bien, como el otro día, te puedes llevar el partido.

—Ya sé lo de partido a partido, pero le pido un esfuerzo. Eche la vista más allá del parón. ¿Cómo ve lo que resta de curso?

—Pues solo veo el partido contra el Girona. Después hay jugadores que van con sus selecciones y viene la Copa, una cita que gusta a todo el mundo. Vendrá bien el parón para recuperar y luego ya veremos. Nos esperan desplazamientos muy complicados.

—¿Es ya el gurú, el guía espiritual de las quedadas para los nuevos?

—Bueno, he cogido un poco el relevo de Pepe. Junto con Álvaro, siempre que podemos los llevamos a comer o cenar a algún sitio de los que gustan. Al final, eso hace equipo.

—¿Qué es lo que más les sorprende a los nuevos?

—El tema del pulpo, de las zamburiñas, que en sus países no pueden comer.

«Aíto es un maestro, a Marc Gasol no hay que presentarlo»

El Monbus Obradoiro prepara a fondo la vista a Girona.

—¿Aíto y Marc Gasol hacen especial el partido del sábado?

—Justo comentaba con mi novia que no he jugado nunca en Fontajau. Me hace ilusión. Aíto es un maestro. A Marc Gasol no hay que presentarlo. Vamos con ganas de seguir haciendo nuestro baloncesto y a ver si conseguimos la victoria.

—Aíto siempre habla del proceso, y parece que está encontrando la llave del equipo.

—Los comienzos fueron complicados, pero ya se ha visto que los equipos de Aíto van jugando mejor con el paso de las jornadas. En la segunda vuelta van a ser muy peligrosos.

—Ver a alguien con 76 años y como si no hubiera pasado el tiempo impresiona.

—Lleva el baloncesto dentro, corre por su sangre, y sabe cómo transmitirlo a los jugadores. Es un gusto, sobre todo para los jóvenes, que en Girona pueden disfrutar de Aíto y de Marc Gasol.

—¿Cuáles son los puntos fuertes del equipo?

—Hacen un juego muy vistoso, no muy complicado. Son peligroso al contraataque. Tienen gente joven rápida, como Fjellerup. Gasol reparte muy bien el juego. Quino Colom atraviesa un estado de forma increíble, Prkacin está jugando bien al cuatro, Miletic...

—¿Cómo va su espalda?

—Mejor. Fue complicado el día del partido. No sabía si iba a jugar. Al final pude ayudar. La espalda no avisa. Son cosas que te dan y te quedas un poco pillado, pero conseguí jugar.

—Para el sábado, no se descarta.

—No. Siempre que pueda voy a estar en la batalla.