M. G. Reigosa
El Monbus Obradoiro nunca escoge el camino fácil. Pero esta vez ganó un partido sufrido que vale la permanencia en la ACB, sin dejar el veredicto para la última jornada en Sar, ante el Valencia. Como casi siempre, sufrió lo indecible, pero controló todas las aproximaciones del Joventut. La última, a falta de tres minutos y medio, cuando los locales se pusieron a un solo punto. Ahí volvió a aparecer la sangre fría de Philip Scrubb, una bendición para este equipo. Anotó una bandeja y un triple. Marcó el camino hacia un triunfo que compensa una temporada agónica y que garantiza, una campaña más, la presencia compostelana en la Liga Endesa.