Tomas Richartz, entre el debut con la selección y el horror ucraniano

ANDAR MIUDIÑO

FEB

El que fuese fisioterapeuta del Obradoiro se estrenó con el combinado se Scariolo ante la Ucrania de Pustovyi el mismo día que Rusia inició su invasión

03 mar 2022 . Actualizado a las 20:32 h.

Tomas Richartz, que durante más de diez años fue fisioterapeuta en el Obradoiro, viene de vivir una semana de contrastes en primera persona. Después de trabajar a lo largo de los últimos veranos con todas las selecciones españoles de baloncesto de base, desde la sub 13 hasta la sub 20, le llegó una convocatoria para sumarse a la absoluta en la ventana FIBA de finales de febrero. La baja de última hora de un compañero le abrió esa puerta y no dudó en dar el paso. Pudo disfrutar de una experiencia única, pero al propio tiempo le tocó ver de cerca la imagen del horror y de la incredulidad en los rostros de los jugadores del combinado nacional de Ucrania. Entre ellos, un viejo conocido, Artem Pustovy.

El pívot dejó huella en su paso por Sar. Tuvo un comportamiento modélico cuando acabó fichando por el Barcelona y aún tenía un año más de contrato con el Obradoiro. Pidió al club que negociase con el Barça, pero sin forzar para que le abriesen la puerta de salida. En la temporada 18/19 el Obra se jugaba la permanencia en la última jornada, frente al Barça. Tenía que ganar o, en caso de perder, que el Gipuzkoa Basket también cediese ante el Real Madrid, como así fue. El pívot ucraniano apenas tardó diez minutos en acercarse al vestuario del Obradoiro para festejar la permanencia con sus excompañeros.

Tomas Richartz prefiere no centrarse en Pustovyi a la hora de recordar todo lo que le tocó vivir en Córdoba, porque «no había más que ver la cara de cualquiera de los jugadores de la selección ucraniana». Coincidían en la cancha los días de entrenamiento, cuando un combinado acababa y llegaba el otro. De lunes a miércoles, nadie pensaba en que habría una invasión. El jueves, día del partido, todo cambió. «Te levantas por la mañana, ves las noticias y no te lo puedes creer», apunta Richartz.

Pero incluso en las circunstancias más adversas hay margen para la humanidad. «La ovación que recibieron los jugadores de Ucrania al bajar del autobús, al entrar en el pabellón, en la ronda de presentaciones y al acabar... Fue increíble», recuerda el fisioterapeuta.

Fue el epílogo no deseado a una experiencia enriquecedora, tal y como comenta el propio Richartz: «La diferencia, respecto a las selecciones de base, es la capacidad de arrastre que tiene la selección absoluta y todo lo que se mueve a su alrededor. Fueron cinco días muy intensos».