Un club que siempre rema

ANDAR MIUDIÑO

PACO RODRÍGUEZ

26 mar 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Si a Kartal Ozmizrak le da tregua el dolor en el tobillo el sábado, el Monbus Obradoiro lo agradecerá. Lo mismo sucede con la planta del pie de Albert Oliver. Y con la evolución de Birutis después de la cuarentena y de las molestias que viene arrastrando en una rodilla. Czerapowicz parece estar en la línea de recuperar su mejor versión. Todos son condicionantes que van a tener una incidencia directa en el partido de esta jornada en Illunbe.

Pero hay una constante que se mantiene firme, más allá de que al equipo le esté tocando vivir una temporada azarosa en materia de salud y, como todos los rivales, sin poder disfrutar del calor de su público. Es una constante de estas diez temporadas seguidas en la ACB: el vestuario quiere. No deja de trabajar y de remar en la misma dirección.

La sesión de ayer es un ejemplo más, sin malas caras, sin reproches, con gestos de ánimo, con aplausos de reafirmación cuando las cosas salían como se pretendía. Por ese frente la salud es buena.

Hasta la fecha, el Monbus Obradoiro es el equipo más castigado por el covid-19, en número de afectados y en intensidad. Y lo que no se podrá saber nunca es hasta qué punto le pasa factura no poder contar con el aliento de una afición que reprende poco y empuja mucho, con una habilidad especial para involucrarse todavía más en cuanto detecta que el club lo necesita. Son muchos los jugadores que ya no están y que siempre recuerdan su sorpresa por los aplausos de reconocimiento después de una derrota. Y algunos de los que están se irán sin conocer esa sensación impagable.

Sean cuáles fueren las circunstancias, el Obra siempre se ha caracterizado por mirar hacia adentro para remontar el vuelo.

En esas está, todavía con mucha tela que cortar. Y, como casi siempre, haciendo suyo aquello de ad astra per aspera. Porque en sus cincuenta años de historia el Obradoiro, con singular frecuencia, transita por el camino más difícil.