¿Quién jugó mal en el Obradoiro?

Manuel García Reigosa
M. G. REIGOSA SANTIAGO / LA VOZ

ANDAR MIUDIÑO

Sandra Alonso

Los jugadores pidieron el cambio más veces que en ningún otro partido, para combatir la fatiga, y todos aportaron al triunfo ante el Bilbao

01 feb 2021 . Actualizado a las 17:06 h.

Es la interrogante que mejor resume el primer partido del año 2021 para el colectivo de Moncho Fernández: ¿Quién jugó mal en el Obradoiro? Cualquiera que lo viese convendrá que la respuesta es «ninguno», porque «todos sumaron». Y esa fue la clave para superar los efectos del covid-19 y la oposición del Bilbao.

Ya lo había anticipado Moncho Fernández en los días previos. No quería héroes. Era un encuentro para el «todos xuntos», aunque faltase la afición por imperativo legal. Y acertó. Hicieron suyo el lema sin fisuras.

«Jugamos los que estemos»

Siempre les pide a sus jugadores que den el máximo, que no tengan inconveniente en pedir el cambio si se ven extenuados. «Jugamos los que estemos», esa era la consigna. Nadie se borró y todos sumaron. Como tantas veces. Pero no hubo ninguno con un expediente desdibujado.

Una diferencia respecto a otras ocasiones es que ante el Bilbao fueron al menos siete los que instaron el relevo, en algún caso más de una vez: Pozas, Oliver, Beliauskas, Czerapowicz, Mike Daum, Álex Suárez y Birutis. No es habitual que eso suceda, pero después de la larga cuarentena el cansancio aparece mucho antes. Solo hubo dos sustituciones en todo el partido motivadas por las faltas personales, la de Pozas, tras ver la segunda personal en el primer cuarto, y la de Enoch cuando le pitaron la cuarta. Las demás fueron por decisión técnica o a petición de parte.

Todos, sin excepción, se vaciaron, y el equipo consiguió evitar uno de los principales riesgos en el primer partido después del covid-19: boquear por el cansancio.

El reparto de minutos no fue muy diferente al de otras veces, pero sí hubo más rotaciones de las que sueles ser habituales. En los dos primeros cuartos Moncho Fernández ya había echado mano de diez jugadores, y arrancó el segundo con Koniaris al volante.

Solo se quedó sin participar Álvaro Muñoz, pero por una cuestión táctica. Mike Daum rindió a un alto nivel en la posición de tres. En todo caso eso no impidió que el alero abulense viviese el partido con intensidad, celebrando las canastas clave.

Esa fue otra constante, la implicación de los de dentro y los de fuera. No hay más que ver a Enoch festejando un triple de Daum que ponía al Obra, por vez primera, con más de diez puntos de ventaja. Siguió la trayectoria elevándose lentamente de su asiento y completó con un baile. O a Oliver saltando la valla publicitaria junto al banquillo para jalear una canasta de Czerapowicz tras un rebote ofensivo. O la celebración de la victoria, con la coreografía que ha acabado implantando Mike Daum.

Todo ello después de una semana sumamente complicada en el día a día, con más controles de las pulsaciones y del nivel de oxígeno en sangre durante los entrenamientos para hacer un seguimiento minucioso de la capacidad de respuesta de cada jugador. Sin pisar el acelerador a fondo en ninguna de las sesiones, sin saber cuál podría ser la respuesta del grupo en situación de juego real. Y el grupo respondió, con la fuerza del colectivo.