El Obradoiro se atropelló ante el Burgos

ANDAR MIUDIÑO

Xoán A. Soler

Perdió la fluidez de esta temporada en ataque y jugó casi todo el partido a remolque

23 nov 2020 . Actualizado a las 17:50 h.

Venía el Monbus Obradoiro de plantar cara ante Real Madrid, Valencia, Málaga y Baskonia, cuatro clásicos de la Liga Endesa. Y se encontró en Sar con un Burgos que es clase media alta, un club que no ha dejado de crecer desde que irrumpiese en la ACB y que se llevó la victoria con suma solvencia, liderado por un Renfroe imparable. Los locales nunca encontraron las inspiración, se atropellaron y se descosieron con las pérdidas de balón.

No es fácil jugar contra el Burgos. Cada vez que Peñarroya hace un cambio no está claro si es mejor el que entra o el que sale. Tiene de todo y puede optar por diferentes mezclas. Empezó con Cook a los mandos, un base que es una computadora. Pero no le estaba cogiendo la aguja al partido y optó por un Renfroe en estado de gracia. Con él al volante los visitantes empezaron a poner tierra de por medio. Rivero y Horton se repartieron minutos en el cuatro, igual que Kravic y Sakho en el cinco. McFadden falló su primer triple, pero anotó siete puntos en el primer cuarto. Es un equipo con puntos en todas las posiciones y sabe buscar sus ventajas.

El Monbus Obradoiro se vio ante una primera mitad a la que no está acostumbrado, sin el caudal anotador de sus principales referentes en ataque. Robertson se fue al intermedio sin estrenarse, en una noche aciaga. Birutis, que empezó en el banquillo, tuvo una breve aparición y no era el Birutis de siempre. Czerapowicz tampoco vio aro.

Fueron veinte minutos raros porque esta temporada el colectivo de Moncho Fernández se venía caracterizando por su fluidez y continuidad en ataque. Y le estaba costando encontrar sus tiros. Se le veía incómodo en el traje.

Al descanso el máximo anotador era Pozas, con nueve puntos. Cohen tardó arrancar, pero acabó haciendo ocho. Y Enoch, que salió en el cinco inicial, estuvo siete minutos en pista y anotó siete puntos. En parte porque no es nada remiso a la hora de probar fortuna. Tiró casi todo lo que le llegó.

Al descanso mandaban los visitantes, 35-42. El Obradoiro solo había sido capaz de convertir seis canastas dobles y, a pesar de no estar fino, evitó descolgarse.

De vuelta de los vestuarios por un momento asomó la sombra de la remontada. Robertson clavó un par de triples consecutivos y la diferencia bajó a cuatro puntos. Pero fue un espejismo. El equipo volvió a atascarse. Con 45-51 dispuso de hasta tres opciones desde detrás del arco para, cuando menos, sembrar algo de incertidumbre en las filas burgalesas. No era el día.

El tercer cuarto acabó en medio del desconcierto, con un Oliver sumándose al estropicio de las pérdidas de balón. Tan era así que Moncho Fernández empezó el último cuarto con Rafa García a los mandos, pero el canterano tampoco mejoró las prestaciones de sus predecesores.

El Burgos nunca bajó la guardia. Antes al contrario, no dejó de producir y ensanchar la brecha. Moncho Fernández volvió a dar cancha a Rafa García para los minutos finales e hizo debutar a otro canterano, Martín Fernández.

Obradoiro 63: Pozas (12), Beliauskas (3), Czerapowicz, Cohen (14) y Enoch (11) -cinco inicial-. Álvaro Muñoz (3), Oliver, Rafa García (4), Álex Suárez (3), Birutis (7), Robertson (6) y Martín Fernández.

Burgos 78: Cook (5), McFadden (14), Salvó (3), Jasiel Rivero (8) y Kravic (14) -cinco inicial-. Barrera (3), Rabaseda, Sakho, Renfroe (31) y Horton.

Parciales en cada cuarto: 15-20; 20-22; 13-18; 15-18.