David Navarro: «Cada año tengo más de gallego»

ANDAR MIUDIÑO

Abraldes

Vive de botar, pero también ha publicado un libro, es ingeniero informático y representa a jugadores

13 jul 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

David Navarro Brugal está cerca de firmar por el COB. De no haber aparecido esa opción, probablemente estaría ya retirado de las canchas, después de tres temporadas en el Obradoiro. Va camino de los 38, son casi veinte años entre la LEB y la ACB y la familia le va ganando terreno al baloncesto. Se han afincado en Compostela.

—¿Cuánto hay de catalán y cuanto de gallego en David Navarro?

—De catalán hay mucho, y de gallego cada año tengo más. Porque mi mujer es gallega, mi hijo André, el más pequeño, ha nacido aquí. Y son cinco temporadas y media en Galicia y muchos veranos en O Porriño.

—Cuatro lustros en la élite. ¿Con qué se queda?

—Hay momentos que te marcan. Siempre me acuerdo mucho del primer día y el primer entrenamiento en una ciudad y un equipo. Un momento muy especial para mi fue en Girona, en LEB oro, con ofertas ACB. Se consiguió la de Valencia. Hago un entreno solitario con Pesic, íbamos a jugar la Copa del Rey... Me acordaré toda la vida, por el cambio fuerte que fue.

—¿Y la canasta ganadora con el Obradoiro en Murcia?

—También, pero la he visto tantas veces que tengo el recuerdo del vídeo y me cuesta rememorar las sensaciones. Al verlo tanto en vídeo te olvidas de lo otro.

—¿El triple está devorando el baloncesto?

—He pensado sobre esto bastante. Creo que ha sido una moda. No creo que sea una cosa que si la tienes vayas a ganar y el que el que tira más de dos vaya a perder. El Zaragoza, por ejemplo, no es de los que más tira de tres e hizo una gran temporada . El Barça o el Andorra tampoco son de los que más tiran desde 6,75.

—Fran Camba diría que es pura rentabilidad estadística.

—Los datos hay que cogerlos con muchas pinzas, y todo envuelto de muchas cosas. Hay que verlas con sentido y un porqué. Hay que completar las plantillas de forma correcta, sabiendo cuál es el papel de cada jugador, encajando bien las piezas. No solo es cuestión de tirar bien de tres.

—Eso es lo que diría Miguel Gómez, que las estadísticas no mienten pero no dicen toda la verdad. ¿Cómo describe al Obradoiro?

—Es un equipo distinto. Cuando vine sabía que no iba a ser fácil. El estilo de Moncho es diferente. Es un juego mucho más organizado, con unas normas muy claras, muy marcadas. Le gusta que se cumplan, salir pocas veces del guion. Hay que adaptarse y saber llevarlo, saber encontrar tus momentos en este juego organizado. Los hay que se adaptan muy bien, sobre todo en mi posición los tiradores, porque hay muchos sistemas para ellos. Creo que lo conseguí, pero no fue fácil.

—Ya que habla de Moncho. ¿Aprieta pero no ahoga?

—Sí. Moncho aprieta pero no ahoga. Aprieta bastante en el sentido de su forma de entender el baloncesto, con todo muy controlado. Intenta que haya el mínimo error posible y tratar de ganar haciendo las cosas con lo que se ha trabajado durante la semana. Gana muchos partidos por la táctica, por el trabajo de la semana. Ve el baloncesto muy así, de intentar ganar tácticamente al contrario buscando sus puntos débiles, de entrenar para hacerles el mayor daño posible dónde ve esas flaquezas.

—Ahora que está cerca de la retirada. ¿Qué rival es más proclive al flopping?

—Rudy Fernández. Últimamente menos. Y es un gran defensor. Navarro sabía sacar ventaja de pequeños gestos, cuando lo tocaban un poco. Son enormes jugadores que han sabido aprovechar un poco de exagerar las acciones.

—¿Y el más jugón, empleando la terminología descriptiva de Andrés Montes?

—Hay muchos, pero me quedo con la Bomba Navarro.

—¿Cómo hace uno para jugar al baloncesto profesional y sacar la carrera de ingeniería informática?

—Al principio era más fácil. Estaba soltero, después con Andrea, cuando llegan los hijos todo se complica... El primer curso lo saqué en dos años. Luego fui cogiendo asignaturas sueltas, poco a poco. Es cuestión de organización y fuerza de voluntad. Eso lo tengo. Siempre tuve claro que la vida no se acaba en el baloncesto.

—¿Lo de escribir y publicar un libro para niños es algo vocacional?

—No creo que sea una vocación. Soy bastante emprendedor, me vienen cosas a la cabeza.

—¿Y lo de representar jugadores?

—Tampoco. No soy bueno negociando. De eso se ocupa otro compañero. En lo que creo que puedo echar una mano es en estar cerca de los jugadores que tienen posibilidades de ser profesionales y ayudarles a tomar buenas decisiones. Un entorno correcto puede ayudar mucho, sobre todo la opción de recurrir en los malos momentos a alguien que puede aportar su experiencia. Eso ya lo estoy haciendo, un poco.

«Me encanta la pasta»

En las preguntas cortas David Navarro se muestra igual de reflexivo y se explica con la misma precisión.

—¿O Porriño o Esparreguera?

—Esparreguera

—¿Qué le hace perder el quicio?

—La falta de respeto.

—¿Qué valora más en el prójimo?

—Las buenas personas, y esto significa hablar sinceramente con el corazón, sin engaños.

—¿A qué dedica el tiempo libre?

—Ahora, la mayor parte de mi tiempo libre a jugar con mis hijos. También al estudio. Y me gusta leer antes de dormir.

—¿Qué libro tiene entre manos?

—Me estoy leyendo uno de Javier Castillo, La chica de la nieve. Me está gustando muchísimo.

—¿Una comida?

—Me encanta la pasta, de distintas maneras.

—¿Y la otra?

—¿La otra? Menos, eso de tener más cosas, un coche mejor... Estoy haciendo un curso de meditación y cada vez veo más lo de disfrutar de las pequeñas cosas. A veces el dinero nos engaña. La felicidad está en las pequeñas cosas.

—¿Un personaje histórico?

—Por lo que hizo, Mandela. Después de estar en la cárcel, salir y saber perdonar es algo enorme.

—¿El Obra pierde un coreógrafo?

—Saldrá otro. Eran momentos muy puntuales. Con Pepe ahí no hay que sufrir por eso.

—¿Un chiste corto?

—Un señor que va al oculista. Tengo un problema, veo doble. No pasa nada, ven aquí y nos sentamos los cuatro.