El Obradoiro festeja su 49 cumpleaños con una victoria de infarto frente al Bilbao

M.G.Reigosa SANTIAGO

ANDAR MIUDIÑO

Paco Rodríguez

Las rachas de Magee y la defensa le dieron el triunfo tras dos prórrogas

05 oct 2019 . Actualizado a las 21:21 h.

El Monbus Obradoiro se regaló una victoria en su 49 cumpleaños. Llegó al triunfo de una manera enrevesada.La tuvo en su mano, en un partido sufrido y sudado por las dos partes. A siete segundos para el final Calloway puso el 73-70 en el marcador con dos tiros libres. Eterno dilema: ¿falta o defender el tiro? Arriesgó a la espera del fallo y le salió mal. Kulboka clavó un triple. Aún quedó tiempo para pizarr y una postrer jugada, pero se salió del aro el medio gancho de Brodziansky. El partido se fue a la prórroga, el Bilbao recuperó la fluidez en ataque pero regaló el último minuto y se tuvieron que jugar otros cinco. Y no hubo una tercera prórroga porque el último balón visitante se paseó por el aro y se salió. Se desató el júbilo.

Al igual que sucediese ante el Barça, los tiros libres fueron determinantes en un partido muy igualado. Ese oxígeno llegó más a los visitantes, que supieron aprovecharlo.

Como cabía prever, el conjunto de Mumbrú fue un equipo muy incómodo, paciente hasta la extenuación en ataque y pegajoso en defensa. Con esa receta y una buena dosis de acierto en el tiro venía de lograr una victoria en Tenerife y otra casa ante el Valencia. Y ese fue el manual que abrió en el Multiusos de Sar.

Se hace raro ver en el banquillo a Mumbrú y Javi Salgado, que no hace mucho tiempo pisaban el parqué con criterio de buenos jugadores. Ahora, desde el banquillo, han armado un equipo que no es alto pero rebotea, que no sobresale por su poderío físico pero aguanta bien en el cuerpo a cuerpo, que no parece pero está y hace daño.

Lo mejor para el Monbus Obradoiro en la primera parte fue el marcador, ya que se fue al descanso tres abajo cuando tres minutos antes perdía por diez y después de ir siempre a remolque, apretando a los dientes. Porque era el conjunto vasco el que marcaba el compás.

El colectivo de Moncho Fernández tiene mucho margen de crecimiento por delante. Todavía no ha engranado las marchas largas, por lo que tiene que jugar con el motor subido de vueltas. Le cuesta encontrar sus tiros, tanto dentro como fuera.

En el primer cuarto desatascó Kostas Vasileiadis y en el segundo Magee, con tres triples consecutivos que dibujaron un parcial 9-0 cuando peor pintaba el partido para el cuadro santiagués.

Tras el tiempo intermedio el Obradoiro mejoró sus prestaciones defensivas, con más actividad sobre las líneas de pase, provocando más pérdidas de balón. Obligó al rival a pensar más en la tarea de la circulación. Consiguió frenar la producción vasca.

Con eso, otra racha explosiva de Magee y más actividad cerca del aro consiguió darle la vuelta al marcador y cerrar el cuarto siete arriba.

Le duró poco la alegría. Sin Calloway y Magee el equipo se atascó. Tardó más de tres minutos en ver aro. Y el Bilbao se acercó en un visto y no visto con un dos más uno de Rouselle y un triple de Bouteille.

Volvieron el escolta y el base americanos. Y en el partido entró en una fase de equilibrio, con pequeñas ventajas para el Obradoiro que no fueron suficientes para evitar la prórroga.

En el tiempo suplementario el Bilbao salió lanzado, con un parcial 0-5. El Obra no se descompuso y fue capaz de forzar otro tiempo suplementario. Esta vez se le escapó al equipo vasco, que entró con cuatro de ventaja en el último minuto y dispuso de dos ensayos en el último ataque.

Esta vez fueron los visitantes los que levantaron un imposible. Magee abrió una brecha con un increíble tres más uno. El Obra entró con cinco de renta en el último minuto. Pero la entregó con 21 segundos por jugar. A trece, Tomeu Rigo envió a Calloway a la línea de personal, que puso el 98-96 con trece segundos por delante. Salió cara para los de casa.