Alquimia y orfebrería en el Obradoiro

Manuel García Reigosa
M. G. REIGOSA SANTIAGO / LA VOZ

ANDAR MIUDIÑO

CARLOS FOLGOSO

Víctor Pérez y Gonzalo Rodríguez flanquean a Moncho Fernández camino de los dos lustros en Sar labrando jugadores en la pintura y el perímetro

11 ago 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Moncho Fernández encara la décima campaña al frente del Obradoiro. Son palabras mayores para cualquier banquillo, más todavía si en un camino con tantas estaciones y vivencias los compañeros de travesía, a un lado y el otro, son los mismos. Como es el caso. Porque Víctor Pérez y Gonzalo Rodríguez comenzaron a escribir en el verano de 2010 la crónica de un viaje que apunta a los dos lustros, un tratado de alquimia y orfebrería, dos artes que requieren pasión.

El devenir del equipo en las canchas a lo largo de estos casi diez años tiene mucho de formulación y aleación, pero también de labrado con los jugadores. Y ahí tanto Gonzalo como Víctor son artesanos del Obradoiro que esperan ya una nueva entrega.

Al echar la vista atrás y rescatar nombres propios con los que han trabajado más directamente, ambos coinciden en anteponer el perfil laborioso al del brillo de aquellos con quienes han tenido un contacto más directo..

«Cada uno tiene sus particularidades -explica Gonzalo-. Empezaría con los bases, y con Pepe Pozas, que es con quien más años llevo y con quien más sesiones individuales he hecho. Lo suyo es la constancia, un jugador que siempre busca mejorar. Fran Cárdenas, a pesar de tener pocos minutos, siempre quería trabajar. Es quizás el que más veces venía a entrenar en días de descanso».

Bendzius, incansable

En la misma línea sitúa a «Bendzius, que necesitaba entrenar mucho para su seguridad. Al acabar hacía muchas series de tiro. Los jueves por la mañana hacía una sesión específica aparte para mejorar. Es el que más duro trabajaba». Con Matt Thomas las sensaciones que le quedan dicen que «ya venía muy aprendido. Llegó con unas cualidades y con una rutina de trabajo muy marcada que seguía haciendo aquí».

Atendiendo a variables como la calidad, el talento y la concentración en los entrenamientos, Víctor Pérez sitúa en cabeza a dos jugadores: «Muscala y Kleber». Los dos están haciendo ahora carrera en la NBA.

Pero son otros dos los que le han dejado más huella en este periplo: «Salah Mejri fue el primer grande con el que empecé a hacer ejercicios de tecnificación, el primer siete pies. Y con Artem Pustovyi es con el que más tiempo he pasado. Pasó de una presencia casi testimonial en su primer año a tener peso específico en el equipo en el siguiente y ser determinante en el tercero».

En unos días empezarán a pulir dos piezas procedentes de la NCAA, la liga universitaria americana. A expensas de que se incorpore a la pretemporada, Víctor Pérez traza el perfil que espera de Mike Daum: «Es un pívot polivalente para anotar. Puede hacer dos funciones, el cuatro y el cinco. Le gusta el poste bajo, pero su gran virtud es el tiro exterior. Tiene buena mano para el triple y habilidad para poner el balón en el suelo y atacar en bote».

A Gonzalo Rodríguez le tocará echar más horas con Fletcher Magee: «Es un chico con muchísima ambición y una cultura de trabajo muy arraigada. Que dedique tiempo a ver vídeos de otros jugadores para imitar sus movimientos dice mucho de lo que es. Es un gran tirador. Una vez aquí hablaremos y marcaremos un plan de ruta».

Al igual que Moncho Fernández, Gonzalo Rodríguez y Víctor Pérez sienten y entienden el Obradoiro como compostelanos que lo vieron jugar, cuando eran niños, en el viejo pabellón de Sar. A pie de cancha han vivido la Copa del Rey, la Supercopa o la clasificación para el play off por el título de Liga. Cuando se les pide que escojan un momento, una fotografía entre todas las que llevan acumulado en estos nueve años, apuntan, sin embargo en otra dirección, hacia episodios menos rutilantes pero más cargados de significado.

A Gonzalo Rodríguez no se le olvidan las horas previas al partido que supuso el ascenso a la ACB, en Burgos: «Creo que es la imagen que mejor nos define. Se me estropeó el ordenador, a Víctor también, y estuvimos toda la noche para intentar recuperar la información. Acabamos con todo el equipo viendo los vídeos en una pequeña pantalla. Es el momento que me ha quedado grabado, un espejo de todos estos años, por aquello de que donde hay un problema hay una oportunidad, de superar dificultades».

«Siempre tengo en la cabeza el partido de la permanencia del primer año en la ACB, contra el Valencia -apunta Víctor Fernández-, con Sar abarrotado. Creo que fue el momento clave. Por primera vez conseguimos enlazar dos temporadas seguidas en la ACB. Si llegamos a bajar, igual ahora no estaríamos hablando de estos nueve años.