Capitán Pepiño

Manuel García Reigosa
M. G. Reigosa EL PERISCOPIO

ANDAR MIUDIÑO

XOAN A. SOLER

30 jun 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Es el capitán del Obradoiro. En Compostela es más picheleiro que boquerón, más Pepiño que Pepe. En el Obra lleva 159 partidos en ACB, el segundo jugador que más veces ha vestido esa camiseta en la máxima categoría. Solo le supera Corbacho, con 164. Es también el que más asistencias ha repartido. Podría ser capitán por estadísticas. Pero lo es por predicamento, por ascendiente, porque siempre vela por la buena marcha del grupo.

Hay detalles que no aparecen en ninguna estadística, que no tienen que ver con las posesiones, los puntos o las asistencias, pero que también suman. No había más que verlo el viernes en la reunión de antiguos jugadores del club. Aprovechó que todavía está en Santiago para sumarse al grupo y compartir la jornada con quienes vistieron su misma camiseta hace diez, veinte, treinta y cuarenta años. Es una manera más de empaparse de todo lo que rodea a la entidad.

No habría más que recordar otro episodio de esta temporada, cuando acompañó al base del filial, Rafa García, a hacer un examen a A Coruña días después de que se lesionase gravemente la rodilla, porque no podía desplazarse por sus medios.

No hay más que verlo reivindicando el buen hacer de su compañero de posición Albert Sàbat o asumiendo la realidad en la que se mueve el Obradoiro, obligado cada verano a «pescar en río revuelto» y hacer de cada fichaje un ejercicio de paciencia.

Así es el capitán Pepiño, un tipo discreto que no necesita alzar la voz para hacerse oír.