Amistades que peinan canastas

ANDAR MIUDIÑO

XOÁN A. SOLER

Navarro, Oleson y Chechu Yáñez se reencontraron en Sar tras coincidir en el Rosalía hace 13 años

05 feb 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

David Navarro disputó su partido número 202 en la ACB el domingo ante el Murcia. Enfrente, Brad Oleson jugó el 381. Entre los espectadores que acudieron a Sar había uno para quien el encuentro tenía un sabor especial, Chechu Yáñez, que en su día defendió los colores del Obradoiro y con anterioridad los del Rosalía, en la entonces llamada LEB 2. Y fue en aquella época, en el curso 05/06, cuando compartió vestuario con los dos escoltas, cuando los tres eran unos veinteañeros. Ahora son padres de familia que mantienen una buena relación desde que peinaban canastas juntos.

El domingo se reencontraron en Sar y guardan un buen recuerdo de aquella temporada en la que también estaba en el equipo todo un número 11 del draft de la NBA, Todd Fuller, elegido por delante de Kobe Bryant. En un desplazamiento a Castellón en autobús, pidió permiso al club, y lo obtuvo, para viajar en avión asumiendo el coste de los billetes. Y el autocar se pasó por el aeropuerto para recogerlo, de camino.

Chechu Yáñez, que ya ha aparcado las canchas y ahora es delegado de una firma italiana de PVC para la zona noroeste, recupera dos instantáneas que se le quedaron grabadas el primer día de Brad Oleson en el Rosalía: «Llegó con una camiseta de Reggie Miller, anotó tres triples de tres intentos e hizo un mate saltando con los pies juntos».

El pronóstico que se cumplió

Enseguida confirmó que era un jugador con una proyección infinita. Yáñez trae a colación otra vivencia, que le recordó el propio escolta de Alaska cuando ya estaba en el Fuenlabrada: «En Gandía, que estaba para ascender, hizo un partidazo (32 puntos y 40 de valoración). Pero falló un tiro libre decisivo en la prórroga, y en el vestuario, al acabar, estaba hundido. Me acerqué para darle ánimos y le dije que era algo que podría pasarle a cualquiera, y que llegaría a la ACB». Así fue. En su estreno solo hubo otro debutante con mejores números en anotación, Rakocevic.

A David Navarro ya lo conocía de su primera etapa en el Rosalía. El Manresa le abrió las puertas de la ACB, pero un júnior emergente, que ocupaba su misma demarcación, empezó a ganar protagonismo con rapidez. Era Sergio Llull.

Chechu Yáñez está convencido de que «con algo más de colmillo hubiese destacado antes. Sus cualidades físicas eran una barbaridad. Con confianza, se multiplica. Se vio en aquel play off por la permanencia contra Guadalajara».

David Navarro tenía claro que quería ser jugador de baloncesto profesional, y más después de llegar al Manresa, con poco más de veinte años. Pero «regresar al Rosalía en la LEB 2 fue como volver a empezar en busca de otra oportunidad, y resultó duro». No obstante, como dice el refrán, el que la sigue y la persigue, la consigue. Y acabó haciéndose un hueco en le élite. A la par, sacó la carrera de ingeniero informático y ahora está haciendo un máster.

Todo lo que puede decir de Chechu Yáñez son buenas palabras: «Me ayudó mucho, es un gran compañero. Somos casi de la misma quinta y en los primeros días él, que conocía la ciudad, fue un gran apoyo. Y después también, sobre todo en la primera temporada, muy dura».

A Brad Oleson lo conoció en su segunda etapa: «Ya había escuchado muchas cosas sobre él. Nada más verlo, te dabas cuenta de que era un jugador de un grandísimo nivel». Solo le sorprendió una cosa: «Es de Alaska y se quejaba del frío».

«Tú no eres de Alaska»

Ese sambenito lo tiene todavía muy presente el escolta que ahora está enrolado en el UCAM Murcia: «Siempre era el mismo chiste. Tú no eres de Alaska».

Pero más allá de la broma, reconoce que cada vez que echa la vista atrás, con el paso del tiempo, recuerda con más cariño aquella etapa en Santiago, a pesar de que también fue un cambio al que le costó adaptarse: «Era la primera vez que salía de Alaska y estaba lejos de mi familia. Fue muy difícil».

Lideró al Rosalía hasta la LEB 1 y estuvo muy cerca de jugar también la fase de ascenso a la ACB, que en aquel momento se decidía en una final a cuatro. Una canasta de Bernard Hopkins fuera de tiempo impidió que la eliminatoria ante el Gipuzkoa Basket de Pablo Laso fuese al desempate. Aquel fue el mejor año del conjunto colegial, y el de más afluencia de público. Pero nada comparable con lo que se encontró en Sar en la ACB, en sus visitas con el Baskonia, el Barcelona y en el Murcia. La de este domingo no fue una excepción: «La afición se hizo sentir mucho».

Se le pregunta si se ve cerrando su etapa como jugador profesional en Santiago, en la misma ciudad en la que empezó su carrera, en caso de recibir una oferta del Monbus Obradoiro. Y deja claro que al echar la vista hacia delante no se atreve a hacer muchos pronósticos: «No sé. Esta temporada está siendo difícil. Tengo ya 36 años. Solo pienso en estos cuatro meses que quedan de campaña y luego, en verano, ya se verá».

Volviendo sobre su desembarco en Compostela, también agradece «la ayuda de Chechu», que ya estaba en el equipo cuando él firmó. David Navarro llegó la misma temporada que él, pero en febrero: «Otro gran compañero, muy callado».

Los tres coincidieron en el perímetro del Rosalía, hace trece años. Dos han hecho carrera en la ACB y siguen en la brecha. Chechu Yáñez no terminó de dar ese salto al baloncesto profesional, en gran medida porque vio en el deporte de la canasta «un complemento, una manera de ir ganando un extra mientras estaba en la Universidad».