Sar se puso el traje de la Supercopa

ANDAR MIUDIÑO

SANDRA ALONSO

Atronó cuando el Obra saltó a pista, afinó en el Miudiño y despidió al equipo con un cariñoso aplauso

22 sep 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Sar vistió con elegancia y sobriedad el traje de la Supercopa, con buen porte, con in crescendo de decibelios a la par que se fue acercando el turno del Obradoiro. En la primera semifinal disfrutó del espectáculo desde el sofá, celebrando las canastas meritorias de uno y otro lado, demostrando, una vez más, que no olvida a los suyos. Lo puede explicar mejor Pustovyi, ovacionado en la ronda de presentaciones y cuando Pesic le dio pista en el segundo cuarto. En un par de ocasiones atronaron los primeros gritos de ánimo al Obra.

El calentamiento del colectivo de Moncho Fernández y el de Pablo Laso fue la calma que precedió a la tormenta de las presentaciones. La del Real Madrid, casi inaudible entre la salva de silbidos. Con la del Obradoiro, rugió Sar. Con el Miudiño, afinó.

Durante el partido faltó esa chispa de otras veces, quizás porque el Real Madrid llevó siempre la iniciativa y, tras el descanso, dejó claro que el partido era suyo. Quizás porque la luminosidad fue otra, con mucha luz concentrada en la pista, con las gradas en un plano más oscuro, con el nuevo marcador central haciendo valer su figura.

Pero no hubo ningún reproche de la grada. Antes el contrario, hizo sonar sus voces de apoyo en el último ataque del partido y despidió al equipo con aplausos. Faltó la guinda de un partido más igualado. Quedó la sensación de que falta mucho trabajo por hacer. No obstante, un Real Madrid sin fisuras no es el mejor enemigo para empezar a sacar conclusiones.