Obradoiro, espejo y expectativas

ANDAR MIUDIÑO

SANDRA ALONSO

El club se mueve en un escenario en el que no es fácil lidiar con la modestia, la rutina y el desafío de crecer

14 abr 2018 . Actualizado a las 19:47 h.

Los últimos tres partidos, un somero repaso a algunas de las grandes cifras de los clubes de la ACB y la visita que se aviene a la cancha del Gipuzkoa Basket son un buen espejo para poner en valor la realidad del Monbus Obradoiro y calibrar las expectativas, los desafíos a los que se enfrenta.

El Coliseum de Burgos recordaba a la Caldeira de Sar en el estreno en la ACB por el ambiente, por el casi lleno, por la ilusión. Si dentro de siete años es capaz de conservar esa misma fotografía, el éxito será absoluto. Porque la rutina, el acostumbrarse a jugar en la élite, suele pasar factura en el seguimiento. Tiende a decaer.

Esta misma semana Obrapedia llamaba la atención en las redes sociales sobre un dato: el Granada llevó más de 5.000 espectadores a su último partido en la LEB Plata. Cuando descendió, no llegaba a los dos mil en el encuentro en el que se consumó el adiós a la ACB. Y se puede añadir otro: tres años antes solía superar los siete millares.

No hace mucho tiempo que el GBC era uno de los equipos que atraía más público, en la etapa de Baron, Panko, Doblas etcétera. Esta campaña es de los que menos afición moviliza, a pesar de que los resultados deportivos son ciertamente buenos. Es, junto al Obradoiro y el Joventut, el único club que no llega a los tres millones en su presupuesto. Uno, en números redondos, lo cubre con las aportaciones de la Diputación y el Ayuntamiento. El flanco de los abonos es el que le ha quedado por debajo de las expectativas.

El Burgos se va por encima de los tres millones. El Ayuntamiento ha comprometido un desembolso de 2,2 millones en cuatro anualidades. La Diputación añade este curso 500.000 euros. En su plantilla figuran jugadores como Deon Thompson o John Jenkins, que cobran alrededor de 300.000 euros netos. En el Obradoiro ningún jugador llega a 150.000 netos.

Combatir la rutina no es fácil. Y en Sar se nota un goteo a la baja. Enfrentarse al Real Madrid de Doncic, Randolph, Carroll y todo el elenco de jugadores que tiene Laso a sus órdenes, quizás no suena tan estimulante como cuando aquella victoria ante el Madrid de Messina y Bullock. Ya no hay el efecto novedad.

El miércoles, el colectivo de Moncho Fernández planto cara a un rival con rango de Euroliga ante más de 4.000 espectadores, un dato interesante en una jornada con un Madrid-Juventus de Champions a la misma hora. Cualquiera de los integrantes del Unicaja está fuera del radar santiagués. El partido se escapó en la prórroga y dejó mal cuerpo porque al descanso el marcador era 45-28. Si fuese al revés, 28-45, con remontada local, incluso con derrota en el tiempo suplementario, quedarían sensaciones muy distintas. El Málaga recibe de Unicaja 7 millones de euros.

El Valencia aprobó un presupuesto de 16 millones con la tranquilidad de que Juan Roig, su presidente, cubre la diferencia entre gastos e ingresos. Una cantidad que el pasado ejercicio rondó los diez millones de euros.

El Gran Canaria y el Tenerife planifican cada temporada contando con una aportación de tres millones de euros de sus cabildos. El Ayuntamiento de Fuenlabrada inyecta más de un millón de euros.

Junto con el Obradoiro, el Zaragoza es el club al que menos dinero llega desde las administraciones públicas. Los maños, además, desde que quedasen sin el patrocinio de CAI han ido bajando su presupuesto. Hace cinco años estaba en unos seis millones, ahora en poco más de tres.

El valor del obradoirismo

El Obradoiro compite en la ACB por la implicación de su afición, la del consejo de administración y la de la plantilla y el cuadro técnico. En el momento que alguno de esos tres pilares se tambalee, la viabilidad del club se resentirá a la par.

El obradoirismo valora lo que Moncho Fernández define como el título de la permanencia. No es fácil sostenerse en ese cometido. Y tampoco es sencillo encontrar la fórmula para crecer y acercarse a la clase media de los Andorra, Murcia o Estudiantes, por citar tres ejemplos que están tan cerca o tan lejos.