Sin niños no hay paraíso

Miguel Gómez

ANDAR MIUDIÑO

11 dic 2017 . Actualizado a las 20:07 h.

Los niños son crueles, muy crueles. Es una crueldad inocente, cierto, pero no deja de ser crueldad y se hace necesario educarlos en el respeto. La educación, como todo docente conoce, se divide en cuatro etapas: el diálogo (¿te gustaría que te lo hicieran a ti?), la amenaza (o dejáis de botar o no jugáis), el castigo (las pelotas guardadas bajo llave) y el recuerdo (si Herodes levantara la cabeza). Finalizadas estas cuatro etapas los niños se habrán convertido en adultos crueles pero sin ningún atisbo ya de inocencia. Sin botes no hay paraíso.

Tras un primer cuarto de intercambio de canastas, el Betis encadenó un par de buenas defensas y el Obra un par de errores de bulto. La ansiedad de los locales se transformó en euforia y, a pesar de los cambios, el Obra se fue del partido. Arrancamos mejor el tercer cuarto y tuvimos la esperanza de que la euforia bética se convirtiese de nuevo en ansiedad, en miedo a perder. Se fallaron cuatro tiros libres y dos o tres triples liberados que nos hubiesen dejado a distancia de una posesión y, sobre todo, faltó contundencia en defensa.

Tal vez porque las faltas de Pustovyi y Radovic dieron oxígeno a Kelly (un cuatro de 2,11 complicado para defender con Simmons o Bendzius), tal vez porque Schilb acudió al rescate de los sevillanos en sus momentos más delicados, encajamos 36 puntos en la segunda parte que no serían un mal dato para Fran Camba pero sí cuando se trata de remontar 21 puntos. Toca revisar errores y a pensar en el Madrid.