Javier Chorén: «Soy obradoirista y monchista»

Manuel García Reigosa
M. G. REIGOSA SANTIAGO / LA VOZ

ANDAR MIUDIÑO

PACO RODRÍGUEZ

Es uno de los fijos en Sar y acude a varios desplazamientos

06 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Los aficionados también son protagonistas de los éxitos de sus equipos en primera persona. No participan directamente en el juego, pero influyen. Disfrutan y sufren. Esta ventana que hoy abre Javier Chorén pretende dar visibilidad a las vivencias de los seguidores del Obradoiro, a sus recuerdos, a las experiencias que van sumando a la par que siguen el día a día de sus colores.

Chorén es uno de ellos, habitual en Sar y, cada temporada, en varios de los partidos a domicilio, acompañado por su esposa, María José, que se ha sumado a la causa. Más bien, la ha sumado a la causa, según ella misma reconoce: «Al principio no me gustaba, lo veía como un deporte de altos. Pero, o lo acompañaba o me quedaba en casa».

A Javier Chorén lo delatan muchos indicios. Entre otros, la camiseta enmarcada que luce en el establecimiento que regenta, Calzados Ribadulla, y que corresponde a la temporada 11/12.

Lo de la pasión por el baloncesto le viene de lejos, de cuando jugaba en el Peleteiro. Recuerda haber disputado algún partido en el pabellón del Campus, y también un verano, el del 76, en el que entrenó con los canteranos del Obradoiro: «Al acabar nosotros llegaban los rusos, Tkachenko, Belostenny... Aquel equipazo que estaba aquí por el Eujubasket. Eran enormes».

Chorén jugó en el pabellón del campus y en el viejo Sar, al que acudió muchas veces como espectador. Igual que ahora: «Somos muchos los que estábamos y seguimos en esta etapa en el Multiusos. Hay una cosa que se mantiene igual, que es la identificación de la gente con el equipo».

Si ahora se pierde algún partido en casa, es por causa de fuerza mayor. Además, cada temporada, acompañado por su esposa, acude a varios de los desplazamientos del equipo. «Creo que solo nos quedan por visitar los pabellones del Barça y del Andorra», comenta.

Con tanto bagaje a cuestas, puesto a rescatar anécdotas, la primera que le viene a la cabeza remite a la temporada en la LEB, la del ascenso: «Jugábamos contra el filial del Unicaja, en Vélez Málaga, que está a más de treinta kilómetros de Málaga. Al acabar el partido mi mujer y yo nos quedamos. Quería ver las estadísticas, pasó el tiempo y cuando pretendíamos regresar, ya no había taxis ni transporte público. Le preguntamos al conductor del autobús que tenía que llevar al Obra y nos dijo que si el equipo no ponía impedimento, podíamos ir con ellos. No había opciones. Y así fue. Nos dejó a la puerta del hotel».

Javier Chorén jugaba con algo de ventaja, porque además de obradoirista se declara «monchista. En Pontepedriña somos todos del Obra».

Otras vivencias que guarda con cariño tienen relación con los árbitros, y ambas son de la temporada pasada: «Puede parecer lo contrario, pero en la pista lo oyen todo». Lo ejemplifica con dos anécdotas, la primera de las cuales remite a la Copa del Rey que se disputó en Vitoria: «Estábamos en la calle y vimos a Pizarro con otro compañero. Nos acercamos y le pedí si le importaba hacerse una foto con nosotros. Nos atendió muy amable y le enseñé la bufanda para comentarle que somos del Obradoiro. Y me dijo: ‘Ya lo sé, aprietas mucho’. Es verdad, tengo el abono muy cerca de la pista y....».

La explicación de Pérez Niz

Y en este caso el protagonista es otro árbitro, Pérez Niz: «Pitó una falta sobre Yusta cuando entraba a canasta para dejar una bandeja, pero no concedió el adicional. Se lo recriminé, porque además no estaba teniendo un buen día en el tiro. Pérez Niz se dio media vuelta y me indicó: ‘Oye, que la pité abajo’. Se enteran de todo».

Reconoce que es muy pasional viviendo los partidos del Obradoiro: «Cuando juega los domingos por la mañana, a las ocho ya estoy en tensión. Los amigos del whatsapp me han prohibido que les envíe mensajes tan pronto».

María José también se hace partícipe de ese cosquilleo: «Antes no podía entender que a la gente le pudiesen afectar en el ánimo los resultados de su equipo. Ahora, disfruto y sufro con el equipo. Cuando las cosas no salen bien, a veces me despierto por la noche y me digo que no puede ser que el Obra me quite el sueño. Me encanta ir a Sar».

Entre tanto, piensan ya en esta campaña y en el compromiso más inmediato, el del sábado en casa frente al Joventut. Chorén derrocha optimismo: «El equipo de esta temporada me enamora».