El Moncho del día siguiente es mejor entrenador

Miguel Gómez EL ESCÁNER

ANDAR MIUDIÑO

06 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando me propusieron que escribiera sobre Moncho no pude negarme: «Alguien tendrá que hablar mal de él». Vaya por delante que no ha cambiado. El éxito, la fama, no lo han vuelto un creído de sí mismo, ya era un creído de sí mismo cuando empezamos hace casi treinta años (¡Vas vello, Ramón!). Tuviese el mejor o el peor equipo, entrenaba como si pudiesen ser campeones y sus jugadores competían siempre mirando de igual a igual a los rivales, por muy superiores que, en teoría, estos fuesen.

Tampoco se ha estancado. «El Moncho del día siguiente» es mejor entrenador. Cierto que todavía hay gente que se niega a creérselo y se lleva las manos a la cabeza cada vez que da un paso adelante. Ocurrió cuando fichó en La Salle o cuando le pedí que me ayudase con el equipo sénior, por cierto, un equipo al que yo había descendido un par de años antes y al que Moncho fue capaz de convertir anímicamente en un equipo ganador (un temporadón que nos costó el puesto a los dos: a él «porque no valía» y a mí por defenderlo). Ascendió con A Estrada, se empapó de los maestros Timiraos y Moncho López y triunfó en Gijón y en Los Barrios. Tuvo un trago amargo en Murcia y sonó para sustituir a Curro Segura. Afortunadamente, al frente del proyecto en LEB estaba un Chete Pazo (una placa en Sar a la izquierda de Tonecho) que lo fichó.

CNo, lo que me revienta de Moncho es su testarudez. Si el Obra no había ganado nunca la Copa Galicia, pues seis. Si el Obra no se había mantenido nunca en la ACB (o Primera Division), vamos a por la sexta temporada. Si el Obra no podía soñar con jugar play off, pues? Para llevarse las manos a la cabeza, pero con motivo.