El Obradoiro se juega la Copa tras lograr su mayor valoración

m.g. reigosa SANTIAGO / LA VOZ

ANDAR MIUDIÑO

Álvaro Ballesteros

Ante el Valladolid firmó su ejercicio de baloncesto más completo, con un reparto de anotación y de asistencias difícil de igualar

08 ene 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Hace tres años el Obradoiro estaba en una situación parecida respecto a sus aspiraciones de Copa. Encaraba la última jornada a domicilio, en la pista del Estudiantes. Y una victoria suponía la clasificación. El domingo visita al Joventut. Si gana visará el pasaporte. Y esta vez tiene un comodín, ya que puede pasar incluso perdiendo. Para ello precisa que el Estudiantes, que recibe al Barça, pierda. Y que el Unicaja de Málaga, que recibe al Cajasol, pierda o gane por una pequeña diferencia, tal que sumada a la diferencia de puntos de la eventual derrota santiaguesa en Badalona sea inferior a trece puntos.

Dicho de otro modo. Si el Estudiantes pierde, el Unicaja gana de seis y el Obradoiro pierde de seis, pasa el Obradoiro. Si el Estudiantes pierde, el Unicaja gana de siete y el Obradoiro pierde de siete, pasan los malacitanos. Y si el Obradoiro pierde de doce o más puntos, al Unicaja le basta con ganar por uno.

Clasificación más cara

Dejando un lado el farragoso mapa de probabilidades, conviene recordar que hay una diferencia sustancial respecto al contexto de hace tres años. En aquel entonces el Obradoiro encaraba la última jornada de la primera vuelta con siete victorias, mientras que ahora totaliza nueve. En el 2010 el octavo clasificado fue el Unicaja, precisamente con siete triunfos. Y el que sea octavo el domingo tendrá nueve o diez.

Lo mejor para encarar la cita, como ya anticipó Moncho Fernández, es pensar en la visita a Badalona de la misma manera que viene haciendo el equipo en cada jornada: «Iremos a por el triunfo», anticipó el Alquimista de Pontepedriña. Y, por lo visto en el último partido, el colectivo llega en un buen momento, después de conseguir la victoria más abultada de su historia en la ACB y de batir registros de valoración. Acabó el encuentro con 124 en su casillero.

Fue un ejercicio del baloncesto cuántico que propone Moncho Fernández, en el que todas las piezas están interconectadas para interpretar la misma sinfonía. Hay un dato especialmente significativo: el Obradoiro terminó el encuentro con 25 asistencias y se las repartieron entre once de los doce jugadores que saltaron a la cancha. Solo Stobart se quedó en blanco en este apartado.

Los rebotes también fueron cosa del colectivo. Fueron 37 capturas, con mención especial para Salah Mejri (diez) y Levon Kendall (siete). Pero, salvo Corbacho, todos se hicieron con algún rechace.

La solidaridad del grupo se pone igualmente de manifiesto al repasar la distribución de puntos. Andrés Rodríguez y Jorge Sanz no estrenaron su casillero. Pero también es cierto que únicamente ensayaron el tiro tres veces, y regalaron cinco asistencias. Los demás compañeros vieron aro. Cuatro firmaron dobles dígitos y Rafa Luz (9 puntos) se quedó a un paso de completar el repóquer.

La de ayer fue jornada de descanso para la plantilla, pero no para el cuadro técnico, que ya se puso manos a la obra en el trabajo de desmenuzar el juego del Joventut y preparar el plan de asalto del Olímpic. Queda por delante una semana impensable hace unos meses.