Se cumplen 30 años de la gran hazaña del ourolense Ramón Blanco coronando el Everest

Yolanda García Ramos
yolanda garcia OUROL/ LA VOZ

VIVEIRO

XAIME RAMALLAL

El 7 de junio de 1993 alcanzó la cima que pisaron Edmund Hillary y Tenzing Norgay, que fueron los pioneros en llegar al «techo del mundo» en el año 1953

07 jun 2023 . Actualizado a las 14:34 h.

Hace 50 años, en 1973, se registró por primera vez el nombre tibetano Tchomour Langmac (representación fonética de Chomolungma) sobre un mapa del cartógrafo francés Jean Baptiste Bourguignon d’Anville, pero no fue hasta 1865 cuando la Royal Geographical Society le dio oficialmente el nombre occidental de Everest. El pasado 29 de mayo se cumplía otro aniversario: los 70 años de la primera ascensión a la mítica cumbre en 1953 por parte de Edmund Hillary y el sherpa Tenzing Norgay. Y hoy otro relacionado con la cumbre de las cumbres: 30 años de haberla alcanzado el ourolense Ramón Blanco. Una hazaña que supuso un hito en la historia del alpinismo. Se relataría en este diario en octubre de aquel año la gran aventura que llevó a cabo este mariñano, nacido en 1933 en Xerdiz, que practicaba montañismo en Venezuela y que en 1975 subía por vez primera al Acongagua. A mediados de los 70, el Everest aún no estaba en sus planes. La «Diosa del Cielo» o «Diosa Madre de todas las cosas», el significado de sus nombres nepalí y tibetano, le esperaría. Es la cima más codiciada de todos los tiempos pero hoy también, lamentablemente, es el basurero más alto del mundo al haberse disparado las ascensiones.

El número 504 en llegar

En 1993, Ramón alcanzó su cima... ¡Con 60 y pico años de edad! Convirtiéndose en la persona número 504 en subir al «techo del mundo». Durante un tiempo fue la de mayor edad en lograrlo, entre un millonario de Dallas (1985) y un georgiano (1999), contando que también un ruso batió el récord con 100 años. Blanco no fue el primer gallego en coronar el Everest, pues ese título lo ostenta otro lucense, Jerónimo López, desde 1988. En las instalaciones de Roq Park en San Roque (Viveiro) podemos ver una foto de Blanco en el imponente ochomil, portando con orgullo la bandera gallega. «Quizá los astronautas en la Luna percibiesen a Dios, pero yo, cuando llegué a la cima, sólo me acordé de mi aldea de Xerdiz», declaró, tal y como fue recogido en este diario en el reportaje «Gallegos en el Everest», del 2003. La hazaña (que pagó de su bolsillo, según manifestó) fue noticia a nivel internacional. «Cuando regresé a mi casa en Venezuela, después del viaje y con el desgaste físico... aparecían noticias y entrevistas de todo el mundo», recordó, subrayando que no había ido «ni por fama ni por batir un récord», según dijo en declaraciones a Radiovoz en Viveiro tras haber recibido la Medalla de Viveiro.

«Quizá los astronautas en la Luna percibiesen a Dios, pero yo, cuando llegué a la cima [del Everest], sólo me acordé de mi aldea de Xerdiz»

Emigró a Cuba con 17 años, trasladándose después a México, donde comenzó a practicar alta montaña. «La moral ayuda a llevar la parte física». Lo aseguraba, subrayando que sin pensar en la edad. «La gente tiene que saber que no se puede rendir nunca» es una de las frases que el alpinista ha pronunciado y que quedaron recogidas en la hemeroteca particular de su hito.

Expedición con catorce personas, de los que seis lograron alcanzar la mítica cumbre

La expedición de 1993 en la que participó Ramón Blanco, de la mano de una compañía británica y con un coste de cuatro millones y medio de las antiguas pesetas por persona, estaba compuesta por 14 montañeros, de los que seis alcanzaron la cima del Everest, más 200 sherpas y 120 yaks, con un equipo de la BBC a su lado. En el reportaje posterior que La Voz de Galicia publicó en octubre de ese año contaría que esparció en la cumbre tierra del monte de San Roque y arena de la playa de Covas, que llevaba en dos sobres. Y que fue algo muy emocionante desde las alturas. Eso y mostrar las banderas de Galicia, Viveiro y Venezuela, donde vive desde 1970, era su idea fija mientras hacía la escalada. Una escalada que, además, discurrió sin incidentes. Al menos en su grupo, porque su gesta coincidió con otros dos más de montañeros, dentro de los cuáles falleció un alpinista vasco. «Nos afectó mucho a todos», recordaría. A mayores, un alud arrasó uno de los campamentos base, sin víctimas. A 8.850 metros de altitud se abrazó con Juanito Oiarzábal, que acababa de llegar.

CLUB RIBEIRA SACRA

Aquella ascensión de Ramón Blanco al Everest fue durísima, como rememoró meses después: terreno congelado difícil de atravesar y encontrándose físicamente «muy mal, con falta de oxigeno y muy pocas fuerzas» pero tomando la decisión de seguir «hasta el final». En el descenso se sentía «completamente exahusto», cayendo extenuado a 3 metros de la tienda: «Creía que iba a morir por deshidratación».

Blanco sumó más éxitos como Salto del Ángel, Mont Blanc, Popocatepetl, Broad Peak con 58 años, Gasherbrum II con 65... En dos veces participó en la carrera viveirense Camovi, una a los 84.