El timo de Valdeflores y otros ecos sociales de Viveiro en la prensa emigrante

Martín Fernández

VIVEIRO

Sofía y Camelia Santiago con una amiga
Sofía y Camelia Santiago con una amiga ARCHIVO MARTÍN FERNÁNDEZ

El viveirense Xan Pla Zubiri, los amores de Rosiña a finales del siglo XIX y un poema de José Soto, de Ourol

22 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

En la tarde del 20 de febrero de 1892, en la portería del convento de monjas de Valdeflores, en Xunqueira, se presentó una mujer joven, bien vestida, con un pañuelo anudado en torno a su cabeza, como si quisiera tapar alguna enfermedad de su cara. Tras cerciorarse de que no estaba el capellán, penetró hasta el torno y entregó a la tornera una carta firmada por Antonia López Vilar, destacada comerciante de Viveiro, en la que pedía a la Superiora que diese a la portadora de la misiva 2.500 reales y, a ser posible, 6.000 en calidad de préstamo. Pretextaba para tan extraña y extravagante petición que tenía que afrontar pagos urgentes…

El denominado “timo de Valdeflores” fue seguido con avidez en Galicia y América. La prensa emigrante se recreó en él porque su función era mantener a la colectividad cohesionada, relacionada y vinculada con la tierra. Los cerca de 300 periódicos y revistas creados por los emigrantes informaban de sucesos, iniciativas, mercados, historia, bodas, política y ecos de sociedad de pueblos y villas de Galicia. Su historia no podrá estudiarse sin esa imprescindible fuente de información.

Una deuda de 6.000 reales

Del timo, se relataba que la casa de la señora López Vilar tenía estrechas relaciones de amistad con un convento que se surtía en ella de toda clase de comestibles y consumibles. Había mutua confianza y, por eso, a veces, la congregación religiosa tenía cuentas pendientes. Aquel día coincidió que su deuda era de 6.000 reales, detalle que, sin duda, la timadora conocía… A la Superiora le extrañó mucho la carta. Sabía de la desahogada situación económica de la casa de la señora López Vilar y le llamó la atención que, debiendo una cantidad importante, no se le pidiese el importe total de la deuda, o una parte a cuenta, sino una cantidad fija a modo de préstamo. Así que hizo varias preguntas a la mujer, ella las contestó con gran aplomo y seriedad y, al final, la monja le entregó los 6.000 reales con otra carta para la citada Antonia López.

Pasaron los días y el capellán del convento, José Felipe Fernández, se enteró de los detalles del escrito y sospechó que las religiosas fueran engañadas. Habló con la comerciante y ella le dijo que nunca pensara reclamar nada, ni había escrito la carta ni enviado persona alguna al convento. Entonces comenzaron las especulaciones, los comentarios, las pesquisas. Unos dieron nombres de supuestas timadoras, otros opinaban que era cosa de un hombre disfrazado y algunos que el sujeto -o sujeta- no era del país... La prensa emigrante y la regional -Eco de Galicia y La Voz de Galicia- informaron entonces que, a pesar de las diligencias del Juzgado y la Guardia Civil, nada se logró saber. Algún manto de silencio cubrió el timo y 141 años después, este cronista tampoco lo sabe…

Señoritas de familias distinguidas, las hijas del alcalde Santiago y una monja de Cervo

La colonia viveirense fue amplia e influyente en Cuba y Argentina. Y por eso es frecuente en la prensa emigrante la crónica social. Como muestran fotos adjuntas, en Eco de Galicia de 1921 aparecen las señoritas Carmita González, Pacita y Emilia de la Torre en San Roque; el emigrante Carlos Díaz con sus primas; y Sofía y Camelia Santiago, hijas del alcalde José Santiago, con su amiga Carmita y sus hermanos.

Otras veces, son muchachas jóvenes las que figuran en las páginas. Así, Camelia Santiago “encantadora señorita, hija de una distinguida familia viveirense”; María Díaz “hija de una de las familias más notables de Viveiro”; la señorita María Soto, llegada desde Argentina que, bajo el cliché “Una flor del jardín gallego”, se describe “delicadamente espiritual y de belleza singular; fina y culta en grado sumo. Y si en su mirada añora la morriña de nuestra tierra, no es en verdad por tristeza, que su mente soñadora ideas forja de idealismos realizables, sino porque se siente poseída de cierto placer estético al vislumbrar en el horizonte de sus ensoñaciones la proximidad de su felicidad”.

La crónica abarca otros muchos aspectos. Por ejemplo, que “en la capilla de las Hijas de Cristo, de Viveiro, se celebró la profesión solemne de votos perpetuos de la señorita Rosa Lorenzo Candia, de una conocida familia de San Román de Vilaestrofe (Cervo), en el claustro Madre Florentina. Fueron sus padrinos, su hermana, Flora Lorenzo y su esposo, el secretario del Ayuntamiento de Xove, don Jesús Rey”. El tema religioso era frecuente, como muestra el reportaje de primera comunión de los niños Socorro y Andrés Penabad, hijos de los esposos Fraga Penabad.  

El viveirense Xan Pla Zubiri, los amores de Rosiña a finales del siglo XIX y un poema de José Soto, de Ourol

Los medios de prensa creados por los emigrantes fueron, a menudo, la plataforma que escritores y poetas no tenían en el terruño. Xan Pla Zubiri, por ejemplo, publicó el 27 de marzo de 1898 en Galicia Moderna Os amores de Rosiña: “Rosiña é a rapaza mais linda e graciosa/ que afellas cobixa gallego lugar:/ non hai outra nena tan agarimosa/ nin máis feiticeira se pode atopar./ Por dentes, ter perlas; por ollos, luceiros; / por beizos bermellos, roxiño coral; / i os seus movementos son tan garruleiros/ que é a envexa de todalas mozas do val./ Pois ben: á Rosiña, Bertolo de Enxía / amostroulle seica seu grande querer/ i a probe rapaza deixouse aquel día/ levar de promesas ¡ó cabo, muller!/. Fai un mes, dos agros os dous namorados/ xuntiños viraban falando do amor.../ Dende entón, tén ella moi amoratados/ os ollos, i a cara baixoulle de cór./ -¿Qué demos tiveche?- preguntalle a xente/ ¿qué foi daquil xenio que agora non tés?.../ Y a infelis neniña chorando e doente/ por toda risposta...¡da sebo ós seus pés!./

Pla Zubiri había nacido en Viveiro en 1874. Fue Registrador de la Propiedad en varios lugares pero siempre colaboró con la prensa local -el Heraldo o El Vivariense- y de la emigración (Eco de Galicia, Lar, Galicia Moderna o Vida Gallega). El poema es un antecedente de su obra más exitosa, A tola de Covas, donde relata en verso amores de mozos aldeanos que reflejan el ambiente local. Pla tuvo un hermano emigrado en Buenos Aires, Emilio, que fue directivo de banco y del Centro Gallego.

En otros casos, la prensa emigrante acogió textos de escritores ocasionales. Fue el caso de José Soto, de Xerdiz (Ourol), emigrante en Argentina, comerciante en Viveiro y corresponsal de Eco de Galicia. En 1921, una foto suya -tres muchachas en una composición de tema marinero- fue portada de la revista que publicó su poema ¡Unas flores del estío!: “Al calor del desvarío/ abrieron su alma una noche/ para guardar en su broche/ el sentimiento mío./ ¡Cómo olvidar que rendidas/ al más amargo quebranto!./ Como el que al dolor/ resiste, y oculta un pesar,/ alzaron el rostro y escuché/ un adiós tan triste/ que no lo puedo olvidar./”.