Casa Peiteiro, casi 60 años cociendo pan «con fariña da boa e pouca levadura»

Lucía Rey
lucía rey VIVEIRO / LA VOZ

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Sofía Candamil, en el centro, con sus hijos, Manuel y Maricarmen, que continúan al frente de la panadería y el bar que fundaron sus padres en Chavín, Casa Peiteiro
Sofía Candamil, en el centro, con sus hijos, Manuel y Maricarmen, que continúan al frente de la panadería y el bar que fundaron sus padres en Chavín, Casa Peiteiro xaime ramallal

La parroquia de Chavín conserva uno de los negocios rurales con más solera de Viveiro

29 nov 2022 . Actualizado a las 15:55 h.

El origen de la panadería y el bar de Casa Peiteiro, de Chavín, en Viveiro, alberga una historia tan dura como tierna. A principios de los años treinta del siglo pasado, Manuel González García quedó huérfano de madre cuando tenía apenas tres meses. El bebé logró salir adelante gracias a los cuidados que le brindaron en la familia de «As peiteiras», mujeres que probablemente se dedicaban a amamantar a críos de la zona cuyas madres no querían o no podían alimentar. Una de aquellas mujeres que lo protegieron cuando más desvalido estaba se casó finalmente con el padre de Manuel, quien desde muy joven fue conocido como «O peiteiro». «Por iso cando nos casamos e pillamos un forno de leña lle puxemos Casa Peiteiro», recuerda su viuda, Sofía Candamil Vázquez, de 86 años.

Un mecánico y una modista

La mujer señala que ninguno de los dos conocía el oficio cuando empezaron, puesto que él era mecánico y ella, que había nacido en Ourol, era modista. Corría el año 1965 y trece años después construyeron la casa donde continúa funcionando la empresa familiar en la actualidad. «Cando casamos el tiña 31 anos e eu 29, e sempre dicía que estropeara a xuventude casando tan novo. Pero hai xa máis de 19 anos que morreu», evoca con una sonrisa triste una mujer emprendedora que mano a mano con su marido, primero, y más tarde con sus hijos, Manuel y Maricarmen, impulsó uno de los negocios rurales con más solera de Viveiro. Y de los pocos que siguen operando a muy buen ritmo. «Na panadería temos despacho de venda ó público e tamén facemos reparto a supermercados de Viveiro, a Landrove, Xerdiz, Merille, Boimente, Valcarría, San Pedro...», relata Sofía.

Según explica, el secreto para cocer un pan artesano de calidad que destaca tanto por su aspecto como por su sabor es simple. «Fariña boa e pouca levadura, ese é o verdadeiro segredo do bo pan», cuenta la mujer tras la barra de un bar que hoy en día siguen frecuentando a diario cantidad de trabajadores de la madera, labradores, vecinos o gente de paso. «A maioría son homes, pero tamén veñen mulleres», comenta. El establecimiento vende además lotería de Navidad, o cupones de la ONCE.

¿Dónde está? En el barrio dos Chaos, en Chavín. Abre de lunes a domingo.

¿Qué ofrece? Además de una panadería especializada en pan artesano, empanadas o bizcochos, Casa Peiteiro tiene un bar que en tiempos, hasta la llegada de los supermercados, también era ultramarinos.

«Teño 86 anos e só fun de vacacións tres veces a Málaga ver un irmán que ten alí o restaurante Candamil»

Sofía Candamil Vázquez cumplirá 87 años en enero. «Non me queixo, por agora atópome ben, e se me saco disto, acabo por atrofiarme», comenta la mujer, cuya mente continúa muy activa. «Canto subiu todo de seis meses para aquí!», exclama, y añade: «O gasóleo, o bacallau para as empanadas, ata o azucre... Moitos produtos subiron metade por metade». Según explica, dirigir un negocio de este tipo, con panadería y bar, exige estar muy sujeto, con mucho trabajo y apenas tiempo libre. «Teño 86 anos e só fun de vacacións tres veces ver un irmán que ten un restaurante en Málaga, o Candamil, que está fronte ó Corte Inglés e onde chegou a ter 27 empregados», relata con orgullo. 

Tercera generación

Un orgullo que también saca a relucir cuando habla de sus nietas, Jessica, de 28 años, y que, según cuenta, trabaja en un bufete internacional tras haber estudiado Derecho, y Raquel, que estudia en Santiago. El relevo en Casa Peiteiro que garantizaron en la segunda generación sus dos hijos, Manuel, de 65 años, y Maricarmen, de 51, no continuará en la tercera. «Elas teñen a súa vida, están coas súas cousas e para aquí non van vir traballar», confiesa.