Una multitud asistió a la procesión de La Borriquita en el regreso de la Semana Santa de Viveiro tras el covid

Niños pequeños estrenando ropa en la que va a ser casi su primera Semana Santa o gente mayor (alguna incluso en silla de ruedas) deseosa de revivir la tradición son solo dos de las múltiples caras ofrecidas por el Domingo de Ramos en Viveiro, donde, bajo un sol espléndido, una multitud asistió a mediodía a la procesión de la «Entrada triunfal de Jesús en Jerusalén», más conocida como La Borriquita.

«Una solemne procesión», como destacó el sacerdote Juan Basoa durante la bendición de ramos y palmas en la Praza Maior, con la que se «inaugura la Semana Santa» de Viveiro, declarada de Interés Turístico Internacional y que lleva dos años sin celebrarse por la pandemia del covid. 

Y prueba de que la pandemia sigue activa es que mascarillas higiénicas y FPP2 convivieron por primera vez en la ciudad del Landro con los ramos de laurel y oliva o las palmas. Aunque hace semanas que no es obligatorio llevar este tipo de protección al aire libre, fueron muchos los que optaron por seguir siendo prudentes y extremar la precaución en un lugar donde se iba a concentrar cantidad de gente. 

Los redobles de los tambores de la Banda TAU, junto con las cornetas y las gaitas, pusieron la nota musical a una cita que presenciaron miles de viveirenses (algunos que viven fuera y están recién llegados para pasar unos días), así como de forasteros que ansían adentrarse en una de las semanas santas con mayor tradición de España, y cuyos orígenes documentados se remontan al siglo XIII. Fue entonces cuando las órdenes de franciscanos y dominicos que había en la ciudad del Landro decidieron hacer «pedagogía bíblica» divulgando la Pasión de Cristo de manera sencilla y muy visual para hacer llegar su mensaje al pueblo. Ese fue el origen de las procesiones.

El programa oficial de actos del domingo incluye la procesión del Ecce Homo, cuya salida está programada para las 19.30 horas de la iglesia de San Francisco. 

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