Un Viveiro volcado con Adrián Ben en la Plaza Mayor

M. S. / Y. G. VIVEIRO/LA VOZ

VIVEIRO

XAIME RAMALLAL

Emoción, mucha, y entusiasmo contagiado por el propio atleta, cuya brillante carrera siguieron numerosos vecinos desde una pantalla gigante

01 oct 2019 . Actualizado a las 22:21 h.

Pasaban de las ocho de la tarde y ya empezaba a haber bullicio en la Plaza Mayor de Viveiro. Allí estaba ya la familia de Adrián Ben, los primeros, con el padre, Antonio, a la cabeza. «Xa empeza a vir xente, si, si», comentaba Antonio. A esa hora ya estaba en la plaza también el presidente de la Federación Gallega de Atletismo, Isidoro Hornillos. También la alcaldesa, María Loureiro.

El día parecía amenazar; por la tarde incluso cayeron cuatro gotas, pero nada podía fallar para ver la carrera de Adrián Ben en Doha. La gran final de 800 metros donde estaba un joven viveirense de 21 años, atrevido, con alas; con esas alas que da el entusiasmo, la confianza, la ilusión, que no las tiene un veterano. Esa carga de pilas especial. «Non queda oitavo, verás; non queda oitavo», apostaba su padre, Antonio.

Y llegó la hora. La Praza Maior de Viveiro comenzó a recibir los primeros «fans» de Adri, desde niños pequeños que se situaron en el «front row» o primera fila con los ojos expectantes hasta sus padres y más mayores. Todos querían estar con el viveirense, apoyarlo en su final de 800 en Doha y salvar aunque fuera emocionalmente la distancia de casi 7.400 kilómetros entre ambos puntos del planeta. «É unha felicidade moi grande» declaraba su padre tan solo minutos antes de que estallara el júbilo entre el público con la primera imagen en la pantalla gigante del atleta que iba a darlo todo en la calle número tres, quedó sexto del mundo y fue el mejor español junior. A cada zancada, los viveirenses vibraban, le animaban, le daban su empujón particular a base de palabras de ánimo y de aplausos. Un calor que seguro Ben sintió y que todos percibieron cuando, ya acabada la prueba, el joven hacía su valoración particular a través de la pantalla y era ya inevitable que mencionara a Viveiro, ese Viveiro que él aseguró que iban a conocer en Doha. Y cumplió, con creces.