El enfrentamiento y desunión de las dos sociedades de Viveiro en Buenos Aires

Martín Fernández

VIVEIRO

21 may 2019 . Actualizado a las 11:49 h.

Algunos creen que la política, como los opiáceos, puede ser buena en pequeñas dosis, en alguna ocasión, para ciertas personas, en lugares concretos y en determinadas circunstancias. Pero, si el consumo es general y poco informado es nociva, mata, enfrenta a los amigos, rompe familias, divide a los pueblos.

Algo así pasó con el Centro Vivariense y el Centro Hijos del Partido de Vivero, las dos sociedades de Viveiro en la Argentina. Los distintos objetivos y planteamientos políticos fueron la causa de una relación que no fue cordial, ni unida, ni fraterna. A diez mil kilómetros de su tierra, a los viveirenses les pudo más lo que separa que lo que une. Y mientras en una entidad se agruparon emigrantes vinculados a Viveiro en su mayoría, en la otra se integraron los de Cervo y Xove, sobre todo.

La primera asociación de los viveirenses en Argentina fue el Centro Vivariense, constituido en 1908. Pero, desde su nacimiento, las discrepancias, la desunión y la desconfianza anidaron en su seno. Como dice la historiadora Herminia Pernas, hubo problemas con los cobros de cuotas, renuncias a desempeñar cargos directivos, divergencias a la hora de fijar los fines de la entidad.

En ese clima enrarecido, las insidias, las críticas y las conspiraciones eran habituales. Y la directiva del Centro Vivariense que, según Vida Gallega, presidía Francisco Donapetry ?y que formaban Balbino Blanco, vicepresidente; Carlos Cortiñas, contador; Higinio Martínez, tesorero; Francisco García, secretario; Felipe Díaz, José Pla, Pedro Pérez Menor y Germán Linares, vocales- decidió expulsar a siete socios por convocar una reunión al margen de la sociedad para buscar una nueva orientación para ella.

Los bailes y la política

El motivo del enfrentamiento residía en que el Centro tenía como fines la beneficencia, el ocio y el recreo (los bailes), se declaraba apolítica e independiente y entre sus prioridades no estaba construir escuelas aunque no veía mal la idea de sus compatriotas de Cuba -Vivero y su Comarca 1910- de levantarlas en Viveiro, sus parroquias y su entorno.

Algunos de sus asociados ?jóvenes, influyentes, con ideas republicanas y galleguistas y vinculados, sobre todo, a Cervo, Xove y O Vicedo- querían posicionarse políticamente y que sus municipios se beneficiasen también de la construcción de escuelas. Y, encabezados por los siete expulsados por la directiva, decidieron crear una nueva sociedad que recogiese esos principios e ideales. Nació al año siguiente, en 1909, y se llamó Centro Hijos del Partido de Vivero en Buenos Aires.

El número 253 de Vivero en el Plata ?la revista que era su órgano de comunicación- dice que la nueva sociedad tenía dos intenciones fundamentales: fundar escuelas y auxiliar a socios enfermos o impedidos que careciesen de recursos...

Directivos de Cervo, cuatro escuelas y el puerto de Burela

La masa social, los fundadores y los principales directivos de Hijos del Partido de Vivero en Buenos Aires eran de Cervo. Dos de ellos tuvieron un papel clave: el comerciante Ramón Manuel Fernández Álvarez, de Daián, promotor y presidente, y el comerciante y fundador de un banco, Miguel Crego, secretario y redactor de los Estatutos.

Otros cervenses destacados en la entidad fueron Manuel Fraga Balmayor, dueño de un taller de ebanistería; José Álvarez, fabricante de tabacos; Manuel Candia, comerciante; Emilio Rodríguez Eijo, empresario y alcalde de Jujuy; Hipólito Crego, Antonio Albelo, Demetrio Fernández y Antonio Pardo, entre otros. De otras localidades figuraron Manuel Rodríguez López, Francisco Baño (de Xove), José López Basanta, Eusebio Vispo (de Burela), José Mª Paleo o Jesús Serantes.

Además de crear escuelas y ayudar a los socios, Hijos del Partido de Vivero organizó acciones culturales, concedió préstamos, creó una bolsa de trabajo e implantó una mutua de seguros. En su local de Bartolomé Mitre 3761 celebraba reuniones y organizaba clases de formación.

Entre los 300 asociados, había masones y socialistas y predominaba la tendencia galleguista y republicana. En sus actos se cantaba el Himno Gallego, se deban vivas a Pablo Iglesias y hacían patente su simpatía y adhesión a la 2ª República nombrando socio de honor a uno de sus presidentes, Alejandro Lerroux.

Hijos del Partido de Vivero en Buenos Aires construyó tres escuelas en Cervo (1919), Burela (1924) y Xove (1929). La cuarta que tenían proyectada, la de San Ciprián, se inauguró en 1931 a expensas del emigrante en Argentina, José Mª Fernández Montenegro, sobre un terreno que comprara la sociedad.

La entidad subvencionó también la construcción de un puerto de refugio en Burela y, por los méritos contraídos a favor de la cultura y el desarrollo comarcal, el gobierno le concedió la Gran Cruz de la Beneficencia. Y el Concello de Cervo nombró, por su parte, Hijo Predilecto a su presidente, Ramón Manuel Fernández, auténtica alma máter de la construcción de la escuela cervense y de la propia sociedad.

Una revista y varios intentos de fusión que fracasaron entre ellas y la de Hijos de O Vicedo

El Centro Hijos del Partido de Vivero Aires fundó la revista mensual Vivero en el Plata para contar con un órgano oficial de expresión. Duró de 1909 a 1932 y estuvo dirigida por Ramón Manuel Fernández Álvarez. Fueron destacados colaboradores Antonio Dubois, Celestino González, Jesús Serantes Louro, Manuel Amor Meilán, Pedro García Valdés y, entre otros, Antón Villar Ponte. La revista -que usaba más el castellano que el gallego e incluía anuncios de casas comerciales y productos- informaba de la actualidad social y política de la comarca de Viveiro y de aspectos de historia, cultura y paisajes de Galicia. Y publicaba colaboraciones, artículos de opinión y de respuesta a preguntas de los lectores. Muchos de sus ejemplares se conservan en el Instituto de Estudios Gallegos Padre Sarmiento y en la Biblioteca Xeral de la USC. A lo largo de los años, hubo intentos para fusionar el Centro Vivariense e Hijos del Partido de Vivero. Pero todos fracasaron, al igual que el deseo de unir el Centro Vivariense con Hijos del Vicedo. La Guerra Civil española, en cambio, unió por un tiempo a ambas entidades en su apoyo a la República. Tras la guerra, las cifras de socios y su participación en los actos que organizaban ambas sociedades decreció notablemente. La caída de ingresos las hacía inviables y la tendencia creciente ?avalada por Castelao- de unir las agrupaciones micro territoriales en sociedades más amplias, de ámbito provincial, llevó al Centro Vivariense y a Hijos del Vicedo a integrarse en 1943 en el recién constituido Centro Lucense.

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