La fábrica textil de Landrove empleaba a 50 mujeres y exportaba a Cataluña

La Voz

VIVEIRO

Serie Memoria de Mariñáns, por Martín Fernández

21 abr 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

En 1909, Vida Gallega calificaba a José Barro como “símbolo del despertar de nuestra raza a la vida de las grandes industrias” y decía que Viveiro “puede estar satisfecho de él, ya que da alientos a múltiples iniciativas de importancia extraordinaria”. Los sectores en los que intervenía eran tres: una fábrica de géneros de punto en Landrove y otra de piezas de automóviles en Chavín, saltos hidroeléctricos en el Landro y el transporte de viajeros.

La industria textil de Landrove había sido fundada por Ángel Durán Villarnovo, médico de Ortigueira que había conocido ese sector en sus visitas a la Exposición de París de 1889 y a empresas de confección de Sajonia (Alemania). A su regreso a España montó en A Coruña Géneros de punto Durán y Presas y, cuando tuvo dificultades, la trasladó a Chavín (Viveiro) donde, entre 1850 y 1864, había funcionado el taller de tejidos de Bassols y Cía de modo un tanto accidentado según Donapetry.

Después, las instalaciones pasaron a manos del mindoniense Diego Valiño y Montenegro, fallecido en 1895, y tras él a la sociedad Durán y Presas primero para acabar, después, en manos de Barro. El mindoniense construyó en ellas una central eléctrica, un aserradero mecánico y un molino. Y aprovechó las viejas dependencias textiles para producir tejidos de punto bajo la razón social Durán y Compañía que, según Donapetry, duró poco. Eran socios Barro, José Calviño, director técnico y administrativo, y Manuel Pérez Escudero. La empresa de confección tenía fama y prestigio. Su mercado abarcaba gran parte de España y los célebres almacenes El Siglo, de Barcelona, adquiría buena parte de sus productos en Landrove. Sevilla, Málaga y Madrid eran otros puntos de venta de una producción anual que la revista cifraba en 40.000 unidades. La factoría se ubicaba en Landrove en un edificio rescatado por Barro. Producía camisetas, pantalones, medias y calcetines de algodón, hilo de Escocia, lana y seda.

Una singularidad de la firma era que daba empleo y trabajo a cincuenta mujeres que trabajaban a destajo y obtenían un salario medio de 2,5 pesetas, lo que, según Vida Gallega, “las hace envidiables”. El periodista destaca también que “las obreras analfabetas reciben en la fábrica inteligente educación que las redime de la ignorancia”.

Poco después de aparecer en la revista el mencionado reportaje, José Barro cerró el aserradero, el molino y la fábrica de tejidos y se centró en la producción de electricidad y en el taller mecánico de reparación y montaje de piezas de automóviles.

Casado con Concha Rebellón, amigo de Noriega Varela y autor del relleno del Venecia

El gran artífice de las fábricas de Chavín y Landrove, José Barro González, había nacido en Viloalle (Mondoñedo) en 1873. Era hijo de un curtidor y tuvo poca formación. Pero su inteligencia, su apertura a las novedades tecnológicas y su capacidad para trabajar y formar a los mejores técnicos y equipos hicieron de él una referencia en cuanto a los emprendedores modélicos de Galicia, como recoge el cronista oficial de Viveiro, Carlos Nuevo, en su trabajo Un precursor da industria da automoción en Galicia publicado en el libro Empresarios de Galicia de la Fundación Caixa Galicia.

Cuando los reporteros de Vida Gallega estuvieron en Viveiro, Barro ?que fallecería en 1943- se casó, tras enviudar de su primera mujer Basilisa Franco, con Concha Rebellón, hija de una distinguida familia viveirense. No tuvo hijos con ninguna de las dos y sus empresas pasaron a sus sobrinos que las dividieron en tres: Sucesores de J. Barro SA, de carrocerías, que funcionó hasta 1978; Barro Chavín SA, de fabricación de componentes industriales, que cerró en 1981; y Electra Barro SA, de producción de energía, absorbida en 1961 por Begasa.

El emprendedor de Viloalle llevó a cabo otras iniciativas. En 1933 construyó el relleno desde el Hotel Venecia hasta el Puente de la Misericordia y, sobre él, junto a la curva del puente, levantó una casa en 1936 (derruida en 2003) y un teatro en 1946, derribado en 1990, que nunca llegó a funcionar.

Su amistad con el poeta Noriega Varela se inició en Mondoñedo y se incrementó en Chavín donde el escritor regentaba su escuela, a cien metros de la fábrica de Barro. Según Néstor Timiraos, cuando Barro ganó terrenos a la ría, construyó un artilugio para sacar arena del estuario y depositarla en el relleno. Le encargó un poema a Noriega y este, entre irónico y descreído, escribió: “estou vendo dende a ponte/ con que beleza e donaire/ o mesmo sube que baixa/ un caldeiro polo aire”…

martinfvizoso@gmail.com

Taller de automóviles y servicios hidroeléctricos en Chavín

A principios del siglo pasado, Barro ideó montar una línea de transporte publico Baamonde-Mondoñedo-Ribadeo y otra Ferrol-Ortigueira-Viveiro-Ribadeo. Para eso compró en 1904 un De Dion, Bouton et Cie en Francia. En su taller de Chavín reparaba desde 1908 automóviles, importaba chasis que carrozaba y recambios que adaptaba a los coches. El taller fue creciendo, contrató mecánicos, electricistas y carroceros y aumentó sus servicios a la fabricación de calderas para las conserveras. Con los años llegó a contar con 300 operarios. A Vida Gallega le sorprende que, en un lugar “apartado”, exista una industria tan moderna que “construye todas las piezas de los modernos coches, incluso los árboles bilibriquis, transforma chasis y carrocerías y pronto acometerá la construcción de automóviles por entero y eso será paso de gigante para la independencia industrial de Galicia”. El taller de Chavín era, por entonces, la primera empresa de montaje de automóviles de Galicia. Para los emigrantes era un ejemplo para “estimular la actividad de nuestros capitalistas e industriales y preparar días de independencia para la región gallega que no tiene por qué ser feudataria de tantas otras en lo que ella puede producir merced a los recursos de su tierra y a los bríos e inteligencia de sus hombres”. La revista destacaba que el emprendedor de Viloalle ya había fundado la línea de autobuses de Lugo, Baamonde, Ribadeo y Villalba a Vivero -“que vino a comunicar pueblos que por lo defectuoso de sus vías estaban hasta hace poco distanciados de los pueblos abiertos al progreso”- y anunciaba que “ahora se propone continuar el servicio hasta Ferrol”. Aprovechando las sinergias del taller, Barro llevó a cabo la explotación del alumbrado eléctrico de Viveiro y alrededores. Su salto de agua tenía 6 metros de altura, recogía 11.000 litros por segundo y obtenía una fuerza de 100 caballos. En 1909, planeaba aprovechar otro salto en el río Landro, de 27 metros de alto, que le aportaría 3.000 litros de agua por segundo y una fuerza de 1.000 caballos.