«Mantener la botica original, que es de finales del XIX, es un valor añadido»

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PEPA LOSADA

Farmacia Casariego Baamonde de Viveiro lleva cerca de 130 años funcionando ininterrumpidamente en la praza maior

03 feb 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Conservar una farmacia con el viejo mostrador de mármol o las paredes cubiertas con estanterías de madera en las que lucen como un tesoro frascos y tarros con las sustancias medicinales más extrañas no es sencillo a estas alturas del siglo XXI, como explica Pedro Casariego Baamonde, actual propietario, junto con su hermana Isabel, de la Farmacia Casariego Baamonde de Viveiro, que heredaron de su padre, Pedro Casariego Carballés, cuando este decidió jubilarse. «Mantener la botica original, que es de finales del XIX, es un valor añadido, pero para el que la tiene no es nada fácil porque también dificulta el trabajo a nivel comercial por las tecnologías que hay hoy en día», señala el hombre, que al igual que su hermana estudió Farmacia para «mantener una tradición familiar» que arrancó hace cerca de 130 años.

Su bisabuelo vino de Tapia

«Mi bisabuelo, Emilio Casariego Gayol, era de Tapia de Casariego, en Asturias, y vino a Viveiro a trabajar en la Farmacia Plá, y años después tuvo la oportunidad de abrir la suya propia. Depués pasó a mi abuelo, Emilio Casariego Baltar», relata Pedro, que también es dueño una óptica situada justo enfrente, en el inicio de la calle Pastor Díaz, en la esquina de la Praza Maior. La familia conserva un libro en el que aparece una foto con su abuelo y su bisabuelo en la farmacia en 1898. Desde entonces el negocio ha funcionado sin descanso gracias, tanto a los clientes habituales como a otros que vienen de paso. «Isabel y yo nos criamos en la botica», indica con una sonrisa. Cada uno de los dos hermanos tiene tres hijos, pero el relevo generacional no está claro todavía. «Cada uno debe hacer lo que le gusta», valora.