Vuelta al instituto... sin bocadillo

Sara Carreira Piñeiro
sara carreira REDACCIÓN / LA VOZ

VIVEIRO

PEPA LOSADA

La burocracia mantendrá cerradas las cafeterías de los centros hasta octubre

19 sep 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

«Tendré que desayunar en casa». Un alumno de secundaria resumía de esta forma tan personal como gráfica en qué le afecta que haya comenzado el curso escolar en los institutos gallegos sin cafeterías. El cambio de normativa en la adjudicación del servicio y la tardanza con la que se inició el proceso, a finales de julio, ha supuesto que este año el bocadillo de tortilla recién hecha se atrase hasta octubre.

Hasta ahora, era cada centro el que decidía las bases del concurso para llevar el bar del instituto y convocaba a tres aspirantes para otorgar el negocio a la mejor opción. Habitualmente, el adjudicatario se mantenía en el puesto sin más contratiempos y hay muchos institutos cuya cafetería está servida por la misma familia desde hace veinte o treinta años. Pero la nueva legislación sobre contratos ha exigido la centralización del proceso. Este comenzó en julio y con bastantes quejas de los empresarios, que en su práctica totalidad son autónomos. En ese momento ya avisaban que no daría tiempo a tener las cosas listas para el inicio de las clases y el tiempo ha demostrado que tenían razón. Los hosteleros pierden un mes de trabajo cuando el suyo es un negocio limitado (hay que tener en cuenta las vacaciones) y poco rentable, como ya reconocían las propias bases del concurso. «Estamos indignados por este procedimiento impresentable», se quejaba ayer uno de los afectados. Y es que las cafeterías, ya preadjudicadas, debe seguir cerradas hasta que se firme el contrato y los seguros estén en vigor.

La ausencia de este servicio también la notan los profesores: «Hoy queríamos poner un pincho de bienvenida a los docentes, y es imposible», explicaba ayer una directiva de instituto. Ellos ya llevan quince días sin poder tomar café en el colegio, algo que no les preocupa en exceso aunque sí reconocen que es molesto. Pero en el fondo lo que les parece mal a los directivos es que «en el pliego de condiciones no cuente para nada que los adjudicatarios hayan tenido una cafetería de instituto antes y la gente estuviese contenta». Sí cuenta que el aspirante tenga experiencia en hostelería, pero no necesariamente que se entienda con los adolescentes.

Estos ayer apenas pensaban en la cafetería. Eran demasiadas las emociones de un solo día para acordarse de algo tan secundario como el desayuno. Porque muchos jóvenes van a clase sin desayunar, o solo tomando algo rápido y bebido; por eso en el recreo están hambrientos y dan buena cuenta de un bocadillo. «Me traeré fruta», decía ayer un estudiante con buenos propósitos. Al menos, hasta que el bar abra y lleguen los bocatas.