«Os veciños que reciben o santo pásano aínda que non se falen entre eles»

Lucía Rey
Lucía Rey VIVEIRO / LA VOZ

VIVEIRO

XAIME RAMALLAL

Algunos fieles trasladan las capillas portátiles de casa en casa en carritos de la compra debido a su peso

07 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La imagen de un santo es capaz de unir por unos instantes a dos vecinos que no se llevan bien o que ni siquiera se hablan en el día a día. Suena extraño en los tiempos que corren, pero es real, como destaca el arcipreste de Viveiro, Román Escourido Basanta, al explicar algunas curiosidades de los «santos viajeros», una tradición que todavía conserva gran arraigo en numerosas parroquias de municipios mariñanos como Viveiro, Ribadeo, O Vicedo, Ferreira do Valadouro o Foz, entre otros. «Os veciños que reciben o santo na casa pásanllo sempre ao seguinte da lista aínda que non se falen entre eles», expone el sacerdote.

Las capillas portátiles de san Roque, san Antonio, la virgen de Fátima, la virgen del Carmen, el Ecce Homo, La Milagrosa, san Felicísimo o la virgen de Lourdes, entre otras muchas, siguen transitando por los barrios y las calles. De casa en casa, y en algunos lugares, como la parroquia viveirense de San Francisco, incluso de comercio en comercio. «Las capillas son de madera y algunas pesan mucho», detalló Saleta Couceiro, que recibe varios santos en su comercio. Eso provoca que alguna gente, sobre todo la de más edad, se retrase a la hora de entregar los santos al siguiente de la lista. «Ás veces tráenos no carrito da compra, ou teñen que mandalos por un fillo ou un neto», sostienen.

La tradición podría desaparecer en unos años por falta de relevo

Todo apunta a que la tradición de los «santos viajeros» podría desaparecen en algunos años por falta de relevo generacional. En casi todas las parroquias mariñanas que todavía la conservan, las personas que figuran en las listas para turnarse las capillas portátiles son muy mayores.

En las listas hay gente fallecida

«Esta mujer tiene ochenta y pico, esta noventa, esta ochenta y pico, esta es muy mayor ya, está falleció pero todavía sigue en la lista, esta setenta y algo, esta ya está jubilada, esta ya murió también...», relata una de las celadoras de uno de los santos con gran arraigo en el casco urbano de Viveiro. Muchos destacan que la gente joven «no está por la labor» o no tiene tiempo de continuar trayendo y llevando las réplicas de imágenes que hasta ahora han tenido una devoción importante. 

«Antes reuníanse os cada casa para rezar, e algunhas imaxes domiciliarias ata tiñan un cristal que se abría para pollerlle flores»

Román Escourido, arcipreste de Viveiro