Tristeza por la muerte a los 87 años del pintor ribadense Xusto Moreda

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CEDIDA

31 jul 2022 . Actualizado a las 19:39 h.

El pintor ribadense Xusto Moreda falleció en las últimas horas a los 87 años. Su familia traslada el siguiente texto a los medios de comunicación en señal de homenaje y agradecimiento. «El pintor ribadense Xusto Moreda tenía una opinión precisa de sí mismo: «La persona y el pintor son dos conceptos que están muy unidos; como persona soy ateo-apóstata, nacionalista, panteísta y republicano. Como pintor: expresionista figurativo, con toques surrealistas y, a veces, muy fauve».

Xusto Moreda desarrolló su infancia y primera juventud en Ribadeo, en un lugar que le proporcionó una serie de entornos que le dejaron hondamente marcado y que luego reproduciría con frecuencia en su obra. Empezó a pintar cuando tenía 17 años, justo la edad en la que se suponía que tenía que decidir qué hacer con su vida a nivel académico y por eso a los 18 se marchó a hacer el preparatorio para estudiar Medicina en Santiago. Pero enseguida vio que no era lo suyo y se volvió a casa para seguir pintando y puliendo una técnica aún muy inicial. Pero su padre, de fuerte carácter, “me hizo la maleta y me la puso en la puerta”, según contó él mismo, así que se marchó a A Coruña. Allí empezó a trabajar pero siguió pintando, en una afición que comenzaba a obsesionarle: “Tenía un horario de trabajo flexible así que madrugaba, salía temprano y, al volver, me encerraba a pintar”.

Su biografía personal le llevó por una serie de conflictos familiares y le proporcionó un odio profundo hacia la Iglesia católica en una época en la que a nivel artístico admite que pintaba “con cierta ingenuidad”. Pero su crecimiento personal lo marcó enseguida y pronto se dio cuenta de que no encajaba bien en los moldes de la sociedad de la época algo que, años después, describiría así: “Para cuando me casé, ya había tenido tres novias y tres novios”.

Luego conoció a alguien muy importante en su vida como Lurdes Dans, que le enseñó cerámica y esmalte de joyería, algo que abandonaría a la muerte de esta.

Posteriormente montó con un socio una galería de arte en A Coruña y sus exposiciones eran cada vez más habituales. Dijo de aquel tiempo que se notaba mucho la diferencia entre los ayuntamientos de izquierda y los de derecha porque los primeros “fueron los únicos que accedieron a que la montáramos” y los segundos le decían que “para qué hacer una exposición que no se va a entender”. No obstante, a nivel político Moreda aclaró que “el Bloque me quedaba a la derecha, ya que yo era comunista. Ya lo era en vida de Franco y seguí siéndolo”.

Su creación artística se desbordó en los 80 y los 90 con una enorme creatividad en la que sobresalían los retratos de mujeres casi siempre asimétricos, coloridos y llenos de pasión. El contraste de colores fue una constante casi vital.

Tuvo Xusto Moreda una etapa de pintura de paisajes, muchos de ellos de Ribadeo, donde los colores se apagaban y tendía al fauvismo, algo que él reconocía y que le aproximaba a una abstracción en su trabajo siempre fascinante.

Myriam Goluboff dijo de él que “Quizás pueda definirse la obra de Xusto como la de un pintor minucioso, prolijo, tanto como su propio taller, pero con un contenido, un fondo de misterio como el que debe anidar en su propia vida”.

A nivel expositivo, Xusto Moreda se inició en 1966 y pasó por A Coruña, Lugo, Valladolid, Madrid, Santiago, Ourense, Vigo. Curiosamente fue en Valladolid donde le definieron de modo bastante atinado: “Xusto Moreda y su sintética realidad”, ya que parecía condensarlo todo en una gama de colores disparada de la que el observador nunca podía apartar la mirada. Mujeres absorbentes como una de la que Darío Xohán Cabana dijo que reflejaban “soños amables, docemente eróticos, como aquela belísima de grande cabeleira e ollos de cores desiguais”. Todo eso para él fue “un gran achádego”.

Esta relación con la escritura no fue tan rara, ya que fueron muchos los escritores que pusieron palabras a sus pinturas como Manuel Lourenzo, Xesús Pisón, Antón Avilés de Taramancos, Miguel Anxo Fernán-Bello, Xavier Rodríguez Baixeras, Mato Fondo o García-Bodaño entre muchos otros.

Ahora su obra es ya una parte fundamental de la cultura gallega con unos cimientos de colores distópicos e intensos creados con una mirada inicial en Ribadeo.