Con un diseño del Taj Majal en cinco uñas ganó otro concurso: «He llegado a estar cinco horas decorando una uña, pero un trabajo de decoración al uso suele durar sobre una hora y media. Ahora las flores en tres D y las decoraciones en tres D están muy de moda. Es lo que más se pide, con arabescos, degradados... Un 80 % suelen ser trabajos, digamos, normales y un 20 % más específicos. Siempre tienes que estar aprendiendo, formándote sobre las últimas tendencias. En noviembre fui a otro curso en Roquetas de Mar. Ves lo que hacen otros profesionales y otros países, Rusia y Rumanía, donde hay mucha especialización, y después puedes aplicar todo ese conocimiento a tus clientes. Es un error pensar que ya lo sabes todo. El mundo del arte de las uñas siempre está evolucionando».
Y apunta que cuando un cliente se adentra en este mundo, «ya no sale, es un vicio que engancha. Para una mujer es como ir a la peluquería, una vez al mes. Y a mayores están los eventos puntuales, cuando quieres decorar tus uñas con un motivo especial o combinando con la ropa». Del tipo de cliente, apunta que «aquí vienen mujeres de muy diferente poder adquisitivo y condición. Para una mujer verse coqueta, con las uñas arregladas, es cada día más importante». ¿Y los hombres? «Vienen muy pocos. En las ciudades sí es más habitual, pero por aquí parece que sigue siendo un poco tabú para ellos. No sé, quizás sean un 3 % o menos de mis clientes».