Una visita a la catedral arrodillada

Inmaculada Eiroá González
INMA EIROÁ MONDOÑEDO / LA VOZ

MONDOÑEDO

pepa losada

Visitantes y diocesanos descubren los tesoros del munumento con el nuevo sistema de audioguía

19 may 2017 . Actualizado a las 12:25 h.

Son las doce, pero queda tempo para tomar un café antes de estrenarse con el sistema de visitas con audioguía implantado en la catedral de Mondoñedo. Abren ininterrumpidamente desde las diez de la mañana hasta las seis y media de la tarde.

Francisco Cañizares, responsable de proyectos de artiSplendore, la empresa que lleva las visitas, y una encargada, revisan los DNI. Los vecinos de la diócesis entran gratis este mes. Luego pagarán dos euros por usar las audioguías y el resto de visitantes, 4,50 euros. Cada persona recibe un aparato con teclas numeradas que se van pulsando en cada punto señalado en el itinerario para escuchar las explicaciones sobre las características constructivas y tesoros que encierra. Hay que salir a la plaza, donde comienza el recorrido, para admirar la fachada de la que se denomina catedral arrodillada, por sus perfectas proporciones y escasa altura. Declarada Monumento Nacional en 1902, Juan XXIII, que la visitó, la nombró basílica en 1959, y desde 2015 es Patrimonio de la Humanidad. Su construcción se remonta a 1219, aunque las obras continuaron ese siglo y el siguiente. Se comenzó siguiendo los cánones románicos, pero en las posteriores ampliaciones se decoró con adornos barrocos y se habla de una fuerte influencia cisterciense. Románico es el rosetón central de cinco metros de diámetro. Imponentes sus dos torres, en una está el reloj, en la otra, las nueve campanas, con la Paula al mando.

La audioguía va desgranando detalles que pasarían desapercibidos a un visitante no experto. Las pinturas góticas situadas debajo de los órganos de la Edad Media, reconstruidos, la capilla mayor con su retablo rococó, el coro con sus 59 sitiales, tallado en madera de nogal. El visitante llega a estancias desconocidas incluso para quienes habían estado anteriormente en la catedral, como la sacristía, con sus impresionantes cajonerías rococó o los cuadros en cobre del taller de Rubens o la Inmaculada de alabastro. En la girola, con sus capillas, me quedo con la de la Virgen Inglesa y con el relicario. Seguimos por el museo catedralicio. Una pareja holandesa comenta algún detalle. Ese día ya habían pasado visitantes ingleses y franceses por el lugar. La audioguía oferta explicaciones en seis idiomas. El museo diocesano se cuenta entre los más importantes de Galicia de arte sacro. La colección de alabastros de la escuela de Londres y Nottingham es un tesoro, pero hay también piezas de orfebrería, tallas, retablos...La más pintoresca es sin duda su colección de zapatillas obispales, algunas del siglo XII. En el claustro hay flores en la tumba de Enrique Cal Pardo, archivero e historiador destacado fallecido hace poco más de un año. Vamos a la sala capitular. Allí, bajo la mirada de los antiguos obispos, acaba la visita.