Despedida a Teodoro y Elisita, del Bar Cubano de Ribadeo

JOSÉ PULPEIRO DOVAL

FOZ

08 abr 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Se marchó para el cielo. En su 83 vuelta alrededor del sol. El día 27 de los corrientes Teodoro Rodríguez Fernández. Que de la misma suerte se nos fue su esposa Elisita Miragaya el día 12 de Febrero de este año, apenas un mes y medio antes. Regentaron el Bar Cubano muchos años, con una gran dirección y prestancia, muy queridos por su mucha clientela, que perduró en su arrendamiento por un largo tiempo.

Hacía ya unos años que se jubilaran, vivieron en la calle Reinante, y después se fueron a vivir a la Avenida Leopoldo Calvo Sotelo al adquirir allí una vivienda en la que residían actualmente.

Elisita nació en San Ciprián hace 85 años, Villa extraordinaria, con sus playas a derecha e izquierda enclavadas dentro de la gran vigía, de la gran ninfa “A Maruxaina”, de tanta celebración durante el verano en agosto, y que a tantos ilusiona con que vive en Os Farallóns. Por lo que yo le compuse una cariñosa poesía de su vida y su estancia.

Falleció Elisita en el Hospital de Burela. Fue por un problema de corazón. Le iban a poner un marcapasos, pero inesperadamente sufrió un fallo coronario. A ella sí pudimos ir a despedirla y acompañarla al hermoso cementerio con sus antiguos nichos cincelados en granito gallego en San Ciprián.

Teodoro nació en Vilamartín Pequeno. Al morir su padre, su madre se vino a vivir a Ribadeo con sus dos hijos: América -4 años mayor que Teodoro-, habitando una provisional vivienda, y ya después en una situada en el barrio llamado “garajes de Parga”.

Al enterarme por mis hijos Faustino y María, les contesté ipsofacto: ¡Qué me dices!!.

Al fallecer Elisita, su hijo Jacobo (que nació en San Ciprián al estar Teodoro empleado en Alúmina-Aluminio-, que trabaja en Madrid en un prestigioso bufete de abogados), había tratado y conseguido que Teodoro ingresara en la nueva Residencia de Ancianos Ribadense, pues tenía ya síntomas avanzados de Alzheimer y necesitaba cuidados, que le había dispensado su mujer hasta hacía bien poco. Tras enterarme de tan penosa noticia, llamé a su hijo Jacobo (que jugó en el Ribadeo F.C. hasta su último año de juvenil, con buenas formas futbolísticas, siendo yo el presidente), no pude contactar con él pues naturalmente su teléfono comunicaba, pero poco tiempo más tarde me devolvió la llamada y con profundo sentimiento me explicó que había contraído una bronquitis, lo llevaron al hospital y allí con oxígeno mejoró y lo retornaron a la residencia, pero de nuevo volvió a empeorar, y aunque se le aplicó oxígeno nuevamente, del Centro Médico de Ribadeo, el proceso no tuvo marcha atrás y Teodoro se fue para el cielo. Jacobo me comentó que iba a iniciar el viaje a Ribadeo cuanto antes, y aunque lo pararían en más de una ocasión, el hecho luctuoso refrendaría su desplazamiento, especialmente triste pues debido al cronavirus no se puede hacer un funeral como es costumbre en nuestra religión cristiana, ni conducción del féretro en compañía de familiares y amigos. Ciertamente todo se ha precipitado en un breve lapso de tiempo, pues hace bien poco estuvimos Faustino y yo una tarde tomando un café en su casa y ambos se encontraban con buen aspecto general, con algo de falta 2 de memoria (por momentos) en el caso de Teodoro, pero que nunca nos hubieran hecho pensar en un desenlace tan prematuro en el paso de sus almas hacia el cielo; y menos aún en el caso de Elisita. Pero en esta vida, nos vemos, nos saludamos, nos reunimos, en fin: vivimos, como se suele decir. Y en la muerte nos despedimos para siempre (aunque los que seguimos perdurando en la Tierra hablamos con ellos, y aunque tal vez nos escuchan, El Divino no les deja contestarnos pues eso podría hacernos pensar en anticipar nuestro viaje eterno). Resumiendo: así es la vida, ahora vivimos en la Tierra, y al final nos trasladaremos al Cielo. Y por lo tanto nos queda desearles que el Señor los haya acogido con "buena voluntad en su seno”.

Teodoro y yo siempre fuimos grandes y buenos amigos. A veces me decía hablando de amoríos en nuestra juventud: "La edad amorosa de pareja depende de muchos conceptos, pues hay jóvenes viejos, y por lo contrario viejos jóvenes, haciendo referencia a que su padre tenía 80 años cuando él nació, pero su madre tan solo contaba con cuarenta y pocos; y proseguía: “Con una joven así, que no haría uno".

En fin, era mi buen amigo muy resuelto en sus visiones. Como muchos en nuestro tiempo. Tuvo que empezar a trabajar con tan solo 15 años. Y estando de ayudante de albañilería en las llamadas “Casas Baratas” del barrio de “Gibraltar” de Ribadeo. Iba el hombre un día de buen sol y calor con una gran pasividad trasladando la carretilla, y el encargado, lo mira, y le dice: "¡Teodoro!, ¿no tiene usted otro paso?". Y él, con su pausa de buena voluntad, lo mira y le dice con gran sonrisa: "¡Sí Señor, pero es más lento!". El encargado lo volvió a mirar y solo le quedó -por su espontaneidad- tomarse su contestación con una sonrisa. Siempre tuvo muchas y muy cariñosas anécdotas.

Viajamos a numerosos pueblos y ciudades. Al empezar su relación con Elisita, se desplazaba a San Ciprián con nuestro amigo José Luis Morán en su “Ondine” pues asimismo tenía novia allí, aunque la situación amorosa no perduró, no así la de Teodoro, al que ella, Elisita, supo muy bien conquistar, que no obstante prolongaron su soltería hasta los 40 y pico años. Yo, que por entonces ya me acompañaba con mi “Conchita”, los domingos íbamos al cine de las 8 de la tarde (que se llevaba mucho), y tras acompañarla a su casa, posteriormente entre broma y broma “me iba a buscarlos” en mi Ducati 250 cc a San Ciprián. Así éramos. Más adelante contraté con la familia de Elisita la construcción de un gran Edificio para sus tías Mari y Concha.

Asistimos a su boda Conchita y yo, y como digo con anterioridad, pasada su prolongada soltería tuvieron un gran descendiente: Jacobo. Gran estudiante, que tuvo sus “pinitos” en el fútbol aficionado de la mano del Ribadeo F.C. Trabajó Teodoro de “vigilante” en Alúmina-aluminio, con muy buena acogida. Antes había trabajado de pintor, creando una empresa con su cuñado Valentín, el marido de su hermana América. En San Ciprián vivían en un piso que adquirieron, y al venirse a vivir a Ribadeo cogieron el “BAR CUBANO”, que como comenté con anterioridad lo regentaron durante muchos años, con una clientela fiel que conservaron hasta su jubilación.

Antes de tener yo mi primer coche, un Seat 600, tuve (cómo ya mencioné) una moto Ducati 250 (anteriormente una de la misma marca de 125), y salíamos muchas veces en ella, con sustos y hasta 3 caídas, en una viniendo de Vegadeo por la recta a unos 100 km/h, pero no pasó nada. Otra fue similar pero a 90. Y la tercera ocasión fue en “As Aceñas” atravesando la maleza del ribazo derecho, “pero éramos unos artistas en las caídas”. En fin, años de grandes ilusiones, que siempre tuvimos.

Estando Teodoro todavía en San Ciprián surgió la oportunidad de comprar un coche que había en la localidad, propiedad de un vecino que estuvo en Inglaterra y se trajo un Austin con volante a la derecha, no tenía garaje así que el vehículo dormía a la intemperie, y al estar al lado del mar se oxidaba, y me animé a comprarlo, pero como ya tenía el 600, se lo dejé a mi buen amigo Teodoro, pues solo había costado 15.000 pesetas aunque todavía estaba bastante bien. En una ocasión nos fuimos a Oviedo en él, y al llegar a la entrada estaba la carretera mojada e iba yo conduciendo, tuve que tocar solo un poco el freno y “sin más ni más” dio un giro de 180 grados, quedando de nuevo en dirección a Ribadeo con tanta suerte que por atrás no venía ningún otro vehículo (después nos dimos cuenta de que en la tracción delantera llevaba un neumático de distinta marca). Las situaciones que trae la juventud, con momentos buenos y otros malos. Una de nuestras salidas fue en una “Vespa” que tenía, y fuimos a la “Garganta” -Asturias-, y al venir nos paramos en un extraordinario paraje, Él aún en la moto y yo sentado contemplando la gran vista desde Parámios.

Me acompañó a mi despedida de soltero en Figueras con muchos amigos, y retornamos a casa de Conchita, cantando “a la buena de Dios” con mi primo José Luís y él: “Nos queremos tú y yo, mi vida”, siempre se acordaba de la anécdota Conchita, que por cierto era y es prima de mi gran amigo.

Fue Teodoro siempre un buen amigo, un buen hombre. Durante su larga vida, en la que compartimos infinidad de momentos, jamás lo vi enfadado. Claro que como él decía, se tomó su vida sin necesidad de apurarse mucho, pues siempre se llega a tiempo. Tuvo una gran filosofía de la vida, siempre con buenos preceptos. Quiso la casualidad que se marchara hacia el cielo el mismo día del mes, el 27, que mi Conchita, Ella en Octubre, Él en marzo, tan solo cinco meses más tarde.

Ahora, ya que debido a la calamitosa pandemia “Coronavirus” no se pueden celebrar los actos fúnebres, se pondrá una fecha en la que el señor cura párroco de Ribadeo pueda oficiar la Santa Misa por su eterno descanso en el Cielo. Para que así lo tenga en su gloria, que bien lo mereció por su vida en la Tierra. Por lo que damos nuestro más sentido pésame a su hijo Jacobo y esposa, como a la demás familia del gran matrimonio (Teodoro-Elisita), y que el Cielo los haya acogido en la esperanza de la vida eterna.