Mantiene su doble discurso: presiona a Gobierno y comité con el cierre al tiempo que especula con vender ya a final de año, y no descarta seguir mientras tilda el complejo de inviable
09 sep 2024 . Actualizado a las 22:43 h.Descifrar las intenciones de Alcoa sobre el complejo industrial de San Cibrao se ha vuelto un galimatías. Al menos, si se atiende a su discurso público. Por un lado, la multinacional insiste en la inviabilidad del complejo industrial de Cervo; por otro, no descarta volver a producir aluminio primario si se cumplen sus condiciones, para lo que cada poco fija plazos limitados —el último por el momento, hasta final de año—; y finalmente, afirma avanzar en un proceso de venta de las instalaciones que, no obstante, también está sometido a esos horizontes temporales. La vicepresidenta ejecutiva de la compañía, Molly Beerman, participó a finales de la semana pasada en una conferencia de inversores en la que dejó titulares. Primero, que «un pequeño grupo» de postores presentó por las fábricas «ofertas conformes» a las peticiones de la dueña. Por otro, que de deshacerse de sus propiedades en España espera «ahorrar» unos 150 millones de dólares, operación que ve clave para mejorar sus resultados globales; y tercero, que «si hay un acuerdo aceptable, podríamos cerrar la transacción antes de final de año».
Las declaraciones de Beerman parecen mostrar un cierto optimismo sobre la venta, aunque la propia dirigente matiza que «todavía estamos trabajando para avanzar» en las mencionadas propuestas, «y en la claridad de términos y condiciones dentro de cada uno de los memorandos de entendimiento». Así que, señala la dirigente de la compañía, en un contexto en el que la plantilla ha denunciado con insistencia la falta de información directa por parte de la empresa, «no estamos todavía en el punto de anunciar ninguna decisión, pero sí que hay un rayo de luz».
Mientras alienta sobre la venta, Alcoa insiste en la presión sobre el Gobierno y los sindicatos. «Estamos hablando con el Ejecutivo español sobre el apoyo que puede ofrecer en términos de compensación de CO2 y reducción de costes de transmisión, y trabajamos con los sindicatos para conseguir flexibilidad sobre el acuerdo de viabilidad. Para que el complejo sea exitoso a largo plazo, tenemos que obtener esa colaboración», apunta.
¿Lo que pide Alcoa? Agilidad con los parques eólicos vinculados a la planta, apoyo económico del Estado y a las centrales que accedan a rebajar las condiciones del pacto firmado en su momento por la propia multinacional para conseguir apagar las cubas. Un acuerdo que incluía mejoras en la planta —Alcoa solo ha gastado el 20 % de lo prometido y ha congelado el horno de cocción de ánodos, la obra más importante— y el compromiso de reiniciar la actividad al cien por cien en octubre del 2025.
De no ser así, Alcoa amenaza de nuevo con el cierre, puesto que advierte una vez más sobre «decisiones difíciles» de no poder obtener lo que reclama o de no concretarse una venta. E insiste en que no pondrá más dinero.
«A finales de junio teníamos 100 millones de dólares de efectivo sin restricciones, disponible bajo líneas de crédito internas. Y otros 85 millones de dólares en efectivo restringido, que está reservado para cubrir las inversiones y el reinicio requerido según el acuerdo de viabilidad», afirmó.
Así, argumentó que tras arrancar —obligada por el pacto— 32 de las 512 cubas de San Cibrao, Alcoa no va a ir más allá de ese reinicio del 6 % de la electrolisis, «tal y como está» la situación «con la energía».
Beerman resaltó que «estamos pagando a los trabajadores de la planta de aluminio de España con una reserva de reestructuración» y cifró en 150 millones de dólares el ahorro que tendrá Alcoa en su indicador EBITDA — beneficio antes de intereses, impuestos, depreciaciones y amortizaciones— de cara al año 2025, de deshacerse de San Cibrao. Ese es el dinero, alega Alcoa, que perdió con el complejo en el 2023. Los sindicatos, no obstante, aseguran que con la mejora del mercado del aluminio la firma gana dinero con las plantas.