Un corazón naranja vuelve a Vista Alegre con la camiseta visitante

BURELA

DANIEL LÁZARO | SALA ZARAGOZA

Maite García, que conquistó dos ligas con el Burela, regresa con el Zaragoza tras cinco años y medio

26 oct 2021 . Actualizado a las 19:37 h.

Cinco años y medio después, el Vista Alegre se reencuentra este sábado con una de las guerreiras que más empeño puso en forjar la historia del mejor club femenino del mundo. Maite García de la Montaña (Navalmoral de la Mata, 1988) conquistó dos ligas, un Copa y una Supercopa durante su estancia en un Pescados Rubén Burela cuyo brazalete de capitana defendió con el mismo «orgullo» que promete poner en que su nuevo equipo, el Sala Zaragoza, rescate algo ante «un equipazo».

«Es una semana especial», reconoce una jugadora extremeña convencida de que no le traicionarán los nervios en su regreso «a casa». «Estoy muy tranquila», asegura dispuesta a saborear su regreso a un lugar de donde guarda «inmejorables recuerdos» y que no ha dejado de visitar «prácticamente cada verano»: «Burela me aportó muchas cosas bonitas. Lo deportivo es obvio, fue mi mejor etapa como futbolista, pero también muchos amigos que hicieron que mi vida allí fuese muy buena».

En la cancha, además, se reencontrará con un buen número de compañeras con las que compartió guerras y conquistas. Aunque asegura que no les regalará nada: «Tengo muchas ganas de verlas, de reencontrarme con gente con la que viví cosas tan buenas, pero toda vez esté en Vista Alegre solo voy a pensar en hacerlo bien. Sé que el Burela está hecho para ganarlo todo y es complicadísimo, pero quiero hacer un partido bonito para irme contenta». 

Un Burela aún mejor que el suyo

Maite reconoce que ve al equipo de Lucas «un puntito más fuerte» que cuando se despidió de él en el verano del 2016, con los títulos de liga y Supercopa en su haber y dispuesta a vivir una nueva aventura en Italia: «Han profesionalizado el equipo con un convenio y eso demuestra que hay una inversión muy fuerte».

PEPA LOSADA

Tras su estancia en el calcio a cinque, la que fuera capitana burelista ha regresado a España para jugar en un Sala Zaragoza que intenta dar un salto para competir con los mejores: «El balance hasta ahora es muy bueno porque tenemos una plantilla corta, hemos tenido muchas lesiones, somos muchas jugadoras nuevas y estamos adaptándonos a la dinámica del míster. La pretemporada fue difícil y hemos tenido que hacer prácticamente otra durante este parón, por eso llevar siete puntos en cuatro partidos nos sabe muy bien; pueden ser muy importantes a final de temporada».

No obstante, Maite asume la diferencia de nivel que se presupone entre su equipo y el Pescados Rubén: «Creo que lo que tenemos que intentar es irnos de Vista Alegre con buenas sensaciones. Tenemos que ser competitivas y tratar de minimizar todas las virtudes que tienen, que son muchas. Es un equipo en el que las rotaciones no se notan porque todas las jugadoras son de altísimo nivel. Está hecho para destruir a todo lo que se ponga por delante y ganar los títulos. Es verdad que empató con el Poio, pero ellas también son claras aspirantes a los títulos».

«Al llegar a Burela creí que era una locura entrenar tanto, y luego lo echaba de menos»

La futbolista extremeña se marchó del Burela en el 2016 para probar suerte en Italia. Pasó por el Ternana, el Olimpus Roma, el Pescara, el Salinis y el Pelletterie, conquistó un Scudetto y jugó la final de otro. «Al principio me costó, pero hago un balance muy positivo de la experiencia», cuenta una futbolista que se ha readaptado rápido a la liga española.

«Pensaba que iba a ser más difícil, pero la verdad es que los mejores equipos de Italia están muy a la par de lo que podemos ver aquí y yo siempre estuve jugando en conjuntos muy potentes, excepto el Pelletterie, que fui para ponerme en forma tras la pandemia porque quería volver a jugar en España», cuenta Maite García.

«Estoy muy sorprendida con mi nivel físico. Ya no soy una niña, tengo 33 años, pero me encuentro muy bien. Al llegar al Burela creí que era una locura entrenar tanto, que no lo iba a soportar, pero luego lo echaba de menos cuando llegué a Italia. Este deporte es como una adicción», confiesa dispuesta a dar guerra en el Vista Alegre.