Uno de los primeros taxis con mampara cerrada frente al covid-19 está en Burela

Lucía Rey
lucía rey BURELA / LA VOZ

BURELA

PEPA LOSADA

«Fueron los 500 euros mejor invertidos», destaca la taxista Rosa Isabel Vázquez

01 dic 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Un familia de Burela está confinada al completo en su domicilio debido al positivo por coronavirus de uno de sus hijos. La madre del pequeño enferma y avisa a los servicios sanitarios. Puede que sufra anginas, pero al tener un caso tan próximo también podría tener covid-19, por lo que debe acudir lo antes posible al PAC (Punto de Atención Continuada) para que la revisen. Y la pregunta surge de inmediato: ¿Cómo trasladar a un posible caso de coronavirus en condiciones de seguridad? Un taxi con mampara cerrada es una buena opción. «Fueron los 500 euros mejor invertidos de mi vida», cuenta Rosa Isabel Vázquez, propietaria de uno de los pocos taxis, sino el único, que por ahora existe en A Mariña con este elemento frente al coronavirus.

El caso que encabeza la información fue real, y Rosa explica que, aunque finalmente la madre del niño dio negativo en la PCR, desde los servicios sanitarios valoraron especialmente la equipación del vehículo: «‘Ojalá hubiera más taxis así', me dijeron».

La mujer es titular del único taxi adaptado para personas con movilidad reducida que opera en Burela. En abril, poco después de comenzar la pandemia, en pleno confinamiento de la primera ola, la profesional decidió contactar con la empresa de San Sebastián que adaptó el taxi para que le diseñasen y le fabricasen una mampara cerrada a medida. «Con ella, las posibilidades de que pase el virus son mínimas», explica Rosa, que desde que estrenó el nuevo equipamiento ha trasladado al Hospital Público da Mariña, en Burela, a varias personas que habían sido citadas para hacer los test de coronavirus mediante el sistema de «auto-covid», en el que los sanitarios extraen la muestra de la persona a través de la ventanilla.

Conductor y pasajeros aislados

Con el conductor aislado delante y los pasajeros aislados detrás, la seguridad en este taxi está garantizada porque el riesgo de contagio es residual. «Hay gente que va contenta a hacer la prueba porque tiene miedo por temas de trabajo», comenta la taxista, que trabajó durante 25 años como auxiliar de enfermería hasta que circunstancias personales la animaron a acogerse a una excedencia. Y han pasado más de seis años desde que inició una nueva etapa profesional en la que una de sus metas era ayudar a usuarios y familias que tienen limitaciones a la hora de viajar en taxi.

El primer paso fue comprar una furgoneta, de la marca Mercedes, a la que adaptó una rampa que permite la subida y bajada de sillas de ruedas. En el interior, el vehículo dispone de cuatro anclajes para fijar la silla. Pueden viajar a bordo seis personas más el conductor: siete en total. Unas prestaciones que le vinieron bien ya en la primera fase de la pandemia. Cuando a los taxis les impedían llevar a más de una persona por cada fila de asientos, Rosa podía llevar dos porque tiene tres filas. Con todo, reconoce que el sector del taxi atraviesa momentos complicados debido a las restricciones de movilidad. «Bajó muchísimo, la gente no sale, no hay el movimiento que había», subraya.